El fin del ciclo, ¿para cuándo?
Escribe Sergio Santos, concejal Frente para la Victoria de General Pinto (textual).
Se habla del hipotético fin de ciclo del kirchnerismo.
Tanto a nivel nacional como local, la cruel realidad demuestra lo contrario.
Todavía, mal que les pese a los agoreros, somos muchos más los que nos juntamos para cantar y sonreir que para putear y odiar.
Se vió este fin de semana en nuestro pueblo y en la Plaza de Mayo.
Mucha gente, seguramente demasiada para el gusto de los sectores opositores.
“Las comparaciones no son odiosas, son necesarias” rezan varios avisos publicitarios, y no se pueden soslayar en estos actos de manifestación popular.
Se intenta presentar como que las marchas y actos anti K son “auto convocados, espontáneos y sin aparato”, en contraposición con los que se hacen a favor de las políticas generales del gobierno nacional y municipal, siempre tildadas despectivamente de “choripaneras y pagas”, como si al pueblo se lo llevara de la nariz, por miedo o por plata, sin más.
El acto realizado el viernes pasado en el C.S. y Deportivo dió por tierra con esa premisa.
Un salón colmado de vecinos de todos los pueblos del distrito, siendo ellos mismos los protagonistas de la reunión conmemorando los diez años de vigencia de un ciclo político iniciado por Néstor Kirchner y hoy continuado por Cristina Fernández, la década ganada, y su correlato en nuestro medio con la intendencia encabezada desde el año 2003 por Alexis Guerrera, con una adhesión cada vez mayor entre los pintenses, fruto de políticas en consonancia con el proyecto nacional y popular, que se tradujeron en una inobjetable mejora en la calidad de vida de la población en general y de los sectores más vulnerables en particular.
Para corroborar estas afirmaciones, en el acto en cuestión, los que estuvimos pudimos escuchar el testimonio de jóvenes incluidos en mercado laboral, matrimonios de trabajadores que cumplieron el sueño de la casa propia, vecinos mayores que hoy se sienten integrados, felices y activos por la política cultural, deportiva, de salud y sobre todo previsional del gobierno, habitantes de los pueblos otrora olvidados por la administración municipal central, que anteponía siempre los intereses de la ciudad cabecera, en detrimento de las necesidades de las otras localidades más pequeñas, y que hoy sienten que forman parte plenamente del distrito y que sus reclamos son escuchados y llegan las soluciones que hace diez años ni imaginaban tener.
Todos ellos vecinos comunes, que dieron su opinión y su apoyo a la gestión tanto nacional como municipal, espontáneamente y sin obligaciones, con el aliciente adicional de que muchos otros, por cuestión de tiempo, se quedaron con ganas de dar su testimonio.
No hubo discursos de barricada, ni hubo frases agraviantes hacia ningún adversario político, simplemente la enumeración de obras y hechos palpables y gestos políticos realizados en esta década en el país y en nuestro pueblo, que celebra la mayoría, habida cuenta de las sucesivas victorias electorales, con un apoyo cada vez mayor, en especial de los sectores más vulnerables.
A esto hay que sumar la presencia de los jóvenes, reaseguro de la continuación del proyecto en las generaciones venideras.
Ahora apelo a que el lector haga un poco de memoria, no demasiada, para establecer una comparación.
El pasado 18 de Abril o 18A, como se lo denominó, en sintonía con la campaña nacional lanzada por redes sociales de grupos denominados antiK, agrupaciones partidarias camufladas para la ocasión y medios de prensa corporativos, hubo en nuestra ciudad un intento de cacerolazo o algo así en repudio a todos y a todo, donde las fuerzas de oposición en su conjunto convocaron abiertamente a la población, hasta por publicidad rodante, a sumarse a la puteada y el insulto a coro.
El resultado no pudo ser más pobre y vergonzoso: no más de veinte vehículos nuevos y lustrosos con un solo pasajero en su interior, tocando bocina por la Av. Mitre, sin demasiada convicción ante la escasez de hinchada y una posterior reunión en la plaza pública aún más deprimente e incluso odiosa con la “gente” que dicen representar por no haberse plegado a la convocatoria, echándole la culpa a esa gente del fracaso, sin hacer (como siempre) la más mínima autocrítica por la ineptitud y la brutalidad propias, verdaderos culpables de los sucesivos fracasos que vienen experimentando sin solución de continuidad.
Comparando, a simple vista es mucha más la gente que todavía quiere juntarse para cantar y sonreir, que para putear y odiar.
Idéntico análisis se puede hacer sin temor a equivocarse, comparando el más de medio millón de personas disfrutando de la fiesta del 25 de Mayo, cantando y bailando sin ofender a nadie, versus la plaza del odio, levantando banderas con consignas rayanas con lo delictivo, con acalorados reclamos siempre sectoriales y elitistas, con actitudes desestabilizadoras más allá del disfraz de una supuesta inocente libre expresión… afortunadamente muchos, muchos menos…
Ojalá la realidad les haga provecho y lleve a recapacitar a las fuerzas opositoras, formalmente políticas y de las otras, esas que no se someten a la elección del pueblo, los poderes corporativos, siempre temerosos de perder privilegios.
El proyecto nacional y popular sigue gozando de buena salud, con sus contradicciones indiscutibles y lo que falta para que la igualdad anhelada que pregonamos se haga realmente efectiva, que es el trabajo que nos queda pendiente para esta nueva década que se inicia luego de que el país resurgiera de las cenizas allá por el 2003.
Está en nosotros.
si principalmente si te pagan $300 pesos para ir al acto del 25 de mayo a buenos aires, andaaaaaaa
bla bla bla bla bla que aburrido es!!!!