Datos que no están de más: Se cumplen 31 años de la creación del stent coronario
Patentado en 1988 por Julio Palmaz, radiólogo vascular nacido en la ciudad de Buenos Aires. Un dispositivo que permite restablecer el flujo de la sangre en diversas arterias.
Hace 31 años se patentaba el stent, uno de los inventos argentinos que más vidas salva: anualmente en la Argentina, sólo en el territorio coronario, se colocan más de 40 mil dispositivos de este tipo, cuya función es restablecer y mantener el flujo sanguíneo. Así lo informó el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), la única entidad autorizada que dicta la especialidad en esta materia.
Si bien generalmente los stents se emplazan en arterias (coronarias, cerebrales y renales, entre otras) también pueden utilizarse en otras zonas, como por ejemplo las vías biliares, la tráquea, los bronquios y el esófago. (Fuente Somos Argentina)
Sobre el Dr. Julio Palmaz
Nacido el 13 de diciembre de 1945, Julio Palmaz cursó la primaria en la Escuela Anexa Joaquín V. González, el secundario en el Colegio Nacional Rafael Hernández y se graduó en la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata en 1971.
Tras desempeñarse como docente autorizado en el Hospital San Martín, el Italiano y el Instituto Médico Platense, el doctor Palmaz emigró a Estados Unidos y se especializó en Radiología en la Universidad de California. Fue allí donde comenzó a desarrollar la idea que revolucionaría su especialidad.
“Para mí fue un sueño, una cosa inesperada. Cuando yo empecé con el stent lo primero que tuve fue miedo a que pudiera producir algún tipo de daño. En la historia de los aparatos cardiovasculares hubo muchos errores y fracasos que resultaron trágicos”, le confesó el doctor Palmaz durante una de sus visitas a La Plata, tras ser declarado Ciudadano Ilustre, Profesor Honorario de la Universidad y Maestro de la Cardiología Platense.
Lo cierto es que los estudios clínicos y los resultados hicieron que en poco tiempo se comprendiera la enorme importancia que podía tener el stent para muchísimas personas. “Si me hubieran preguntado en la primera etapa qué proporción de pacientes que llegaban al cateterismo iban a recibir stent, hubiera opinado que el 5%. Jamás imaginé que alcanzaría al 80% de ellos”, dijo el médico.
Aun así, Palmaz siempre sostuvo que para él su creación “es una curita”. “Uno no cura con el stent la enfermedad; sino que ayuda al enfermo a seguir adelante. Lo más importante es que los cardiólogos aprendieron a usar el método a la perfección. Yo tenía miedo de que resultara una tecnología complicada y me satisface ver que hoy se ha convertido en una rutina”, comentó.
Esa rutina, a la que se someten miles de pacientes cada año, consiste en introducir en la arteria obstruida un catéter, que posee en su punta un pequeño globo desinflado alrededor del cual se encuentra la malla metálica del stent. Cuando éste, que suele ser introducido por la pierna, alcanza el punto de obstrucción, se infla abriendo el stent. Una vez instalado, éste evita que las paredes interiores de la arteria vuelvan a cerrarse.
Si Palmaz no había imaginado el enorme aporte para la medicina que iba a significar su invención, tampoco el hecho de que él mismo habría de recibir alguna vez un stent. “Ser paciente de una tecnología que uno ayudó a desarrollar es quizás la última prueba”, reconoció alguna vez. (Fuente El Día)