General Villegas: Un calabozo en el medio del campo
La imagen es absolutamente contemporánea aunque parece «robada» al pasado. Esta construcción se encuentra a metros de la escuela N° 10 de Drabble.
Hace muchos años fue un calabozo, enfrente se encontraba la comisaría, hoy es solamente una estructura que, producto de la cotidianidad para quienes frecuentan o viven en el lugar, pasa totalmente desapercibido, no así para el resto y ese fue el caso de Ana Mendez que junto a Paco Sanchez, con quien comparte la autoría de «Los Mares de Valentín» y un grupo de las Cuentacuenteras visitaron el establecimiento, del mismo modo que lo han hecho y lo harán con otros con idénticas características.
Al finalizar cada visita que se enmarca en el programa «La bolsa viajera» Ana realiza una crónica de lo visto y experimentado, antes, durante y después; en esta oportunidad bajo el título «Ahora 12» por la cantidad de alumnos que actualmente forman la matrícula, lo hizo poniendo en foco el calabozo (y resto del entorno). Con su particular característica.
«Pocos metros antes de llegar a la Escuela rural 10 de Drabble hay una construcción muy antigua, que si no fuera porque tiene puerta enorme diríamos que es un silo de cemento, como antaño (aunque pronto supimos que era el calabozo del pueblo, donde se alojaba a los presos de la zona).
También están ,más o menos en pie , el telégrafo y la estación de trenes (en desuso).
En la calle, dos burros pastando. Adentro de un corral, cuatro vacas comiendo rollo, diez lechoncitos corriendo juntos ,sin rumbo y cuatro avestruces inquietos.
Y alrededor, campo.
En la escuela, que tiene 113 años, nos esperaba un cartel de bienvenida y, tras la puerta, un pasaje de cintas de colores. Así entramos, como por una pasarela de primavera.
La 10 es una escuela muy espaciosa. En sus buenos tiempos, cuando se inició la Colonia La Belita, albergó a muchos alumnos( unos 100). Ahora son doce.
Lucia Lamas (directora y maestra de Primaria, , Griselda Gonzales (maestra de Inicial) y Stella Llanos de Morán (la responsable , desde hace 40 años, de que todo brille y funcione), nos hicieron la visita guiada por todo el establecimiento, orgullosas de mostrar cómo trabajan y avanzan con los chicos.
En la cocina, un grupo de madres, conversaba bajito.
Susy Búsico y Marta Fábreguez fueron maestras rurales en Drabble y hoy estuvieron, emocionadas, como Cuenta cuenteras. Así que fue una bella jornada donde se mezclaron las anécdotas y la incertidumbre del presente (cuando los alumnos son pocos, las escuelas corren peligro de cierre).
Los niños y niñas estaban expectantes por el encuentro con «las visitas». Habían leído los dos primeros libros de Valentín y hecho tremendas maquetas de caníbales amenazantes, playas de arena pan rallado, dibujos de mares y escritura de nuevas aventuras de Valentín.
Les propuse sentarnos muy juntitos para escucharnos y compartir. Las madres, tímidas, se quedaron un poco más alejadas. Pero no las dejamos afuera.
Fuimos enhebrando palabras nuevas y conocidas, saboreando algunas, riéndonos con otras…
También les mostré el libro digital que se hizo de Valentín y los caníbales , con el plus del vídeo clip del Rap realizado en el Parque Municipal de Villegas y protagonizado por niñas y niños cantores de diferentes escuelas y el propio Valentín. Un éxito. Y eso es porque es un libro de una calidad increíble (gracias a Luis y Juliana Habichuela Lorri)
Y después, puse en sus manos los libros de agua. Esta vez, Las pescadoras, de Nadia Menotti , Flotante , de David Wiesner, Una casa bien abierta, de Carlos Pessoa Rosa y Claudia Legnazzi y Perdido y encontrado, de Oliver Jeffers, fueron los más requeridos. Los tuvieron largo rato y tomaron uno y otro y se dieron tiempo para compartir con sus maestras y conmigo. A algunos les llamó la atención la ilustración de Las pescadoras y Una casa bien abierta. A otros, los vericuetos de Flotante, de David Wiesner, que te lleva y trae con las imágenes y la mirada.
Finalmente, las narradoras entraron en acción. Susy impresionó y aturdió (con alaridos) al auditorio con Quien se ha sentado sobre mi dedo (muy aplaudida).
Marta eligió el cuento El ángel caído, de Amado Nervo, un ángel al que se le rompe un ala y cae del cielo y dos niños lo acogen (conmovedor). Y para el final, Gloria, que se ganó a la audiencia con su cuento juego de Juan y Pedro. Muchos aplausos para las tres.
Y llegó la hora de la merienda. Leche para los chicos, mate para nosotras y tortas y alfajores caseros para todas y todos.
Y la posibilidad de poder conversar con ellas, las madres rurales. Tan lindas en sus silencios, en cómo abrazan y miran a sus hijos. En su modo de compartir sus experiencias con la maternidad, los traslados apurados, amoldarse a otras costumbres, el alejarse de la familia, dejar su pueblo, su casa, en busca de nuevos destinos laborales.
Así las cosas.
Nos despedimos con promesas de lectura de la bolsa viajera, cartas y dibujos.
Y volvemos en el 2020.»
gracias Fernando por invitarme y la nota linda que me hiciste al.permitirme contar extensamente la.experiencia rural. mil gracias