General Villegas: 8M – Trabajo de mujeres y remuneración (escribe Mirta Ramirez *)
El 8 de Marzo de cada año conmemoramos el Día de la Mujer Trabajadora en memoria de las obreras mártires de la industria textil estadounidense y otras tantas víctimas de lo que Bauman llamó «la modernidad sólida».
Pero ocurre que todas las mujeres son trabajadoras y esa toma de conciencia ha movido hacia una profunda reflexión sobre el trabajo no pago que realizamos las mujeres todos los días de nuestra vida. De allí que el 8 de Marzo se haya convertido simplemente en EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, a secas.
La conciencia de que todo lo que las mujeres hacemos es trabajo es novedad aún hoy para algunos sectores sociales marginados y dentro de ellos mujeres educadas en un sentido común patriarcal. Así que Aymará Val, de M.P. La Dignidad perteneciente a la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular que nuclea a sectores de trabajadorxs que viven en la economía informal ) relata el descubrimiento de sus compañeras :
«Cuando las compañeras reconocen que todo lo que hacen es trabajo, hay una revelación y una revolución, porque si nos reconocemos trabajadoras, reconocemos que tenemos derechos, y si reconocemos que tenemos derechos nos organizamos y salimos a luchar por esos derechos».
Sin embargo hablar de derechos y de derechos laborales especialmente, en esta etapa de ajuste generalizado y desocupación en que se pierde lo ganado tras siglos de lucha, parece utópico. Es que si es mala la situación para quienes están en la economía formal es peor para los que están en la informalidad, es decir en negro. Y si es mala la situación de los trabajadores masculinos, mucho peor para mujeres, disidentes, adolescentes, niños, discapacitados.
El antropólogo Clifford Geertz hacía referencia a estas situaciones de profunda injusticia aludiendo a una vieja cuarteta:
«La lluvia cae sobre los justos
y sobre los injustos;
pero principalmente sobre los justos,
porque los injustos tienen el paraguas de los justos»
El sistema patriarcal capitalista convierte en víctimas o directamente excluye a los sectores más vulnerables de la sociedad y entre sus víctimas se encuentran las mujeres, disidentes, adolescentes, niños. Ahí está la auténtica «grieta».
Hablando solamente de los afortunados trabajadores registrados, la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 27 % en favor de los primeros. Las mujeres cobramos en promedio 27 puntos abajo en un contexto de caída de salario real y deterioro del mercado de trabajo. Esto y el llamado techo de cristal constituyen la demostración de la discriminación más evidente en el plano económico laboral. Por ejemplo en grandes empresas, sólo el 4% de los puestos jerárquicos son ocupados por mujeres. Demos un repaso por las empresas energéticas, agropecuarias, transportes, bancos y centros de investigación científica y encontraremos el 96% de hombres en puestos de autoridad. Incluso en Hospitales, donde predomina el modelo médico hegemónico, son muy pocas las mujeres que llegan a detentar un cargo semejante. Constatemos qué pasa en Gral. Villegas.
Con muy débil sustento el oficialismo presentó un pretendido proyecto de Ley de Equidad de Género que plantea para igual tarea, igual remuneración sin profundizar sobre el origen del problema. Resulta que las mujeres no logramos participar de manera estable en el mercado de trabajo a lo largo de toda la vida laboral (aún en caso de mujeres universitarias). Y esto se debe a que somos responsables de tareas de cuidado cuando tenemos menores (hijos) en la familia o adultos mayores (padres), además de tareas de limpieza, compra de alimentos que nos impide insertarnos en el mercado laboral «full time».
«Eso que llaman amor en realidad es trabajo no remunerado» dirá la economista Carla Degliantoni, del Centro Cultural de la Cooperación Florián Gorini, refiriéndose a esta situación repetida por décadas y siglos. La brecha entonces se debe a la desigual distribución de tareas en el hogar que influye en nuestra «elección» de trabajos de tiempo parcial, con peores condiciones de trabajo y salario, pero que nos permitan disponer de tiempo para realizar tareas no remuneradas (!!!) Después, la reincorporación al mercado laboral cuesta, y pocas pueden llegar a cargos jerárquicos.
Cuando el INDEC realizó el «Relevamiento sobre el uso del tiempo no remunerado», referido al tiempo que dedican las personas mayores de 18 años en el ámbito hogareño- tareas imprescindibles para que el SISTEMA funcione- se descubrió que en promedio las mujeres dedicamos 6 horas diarias a tareas de reproducción, tareas domésticas y de cuidado, mientras los hombres apenas llegaban a las 3 hs. promedio.
Fuera del hogar las mujeres trabajamos predominantemente en Servicios: salud, educación, trabajo doméstico. Tareas «feminizadas», llamadas así porque arrastran el estigma de ser trabajos de mujer, por lo tanto mal pagos, cosa que también afecta a la minoría de varones que trabajan allí.
Si esto ocurre con las mujeres que tienen trabajos registrados, mayores son las dificultades para la enorme masa de trabajadorxs que han sido desplazados hacia la informalidad y el «trabajo en negro» en los últimos años, y especialmente desde 2018 a la actualidad.
Hasta el año pasado se calculaba que el 75% de los trabajadores informales eran mujeres. Actualmente se estima que se ha llegado al 80%. La mayoría de ellas se desempeña en tareas domésticas, con un 90%. Y probablemente esta sea la principal «salida laboral» para mujeres en todo el partido de General Villegas a pesar de las quejas repetidas de que «la gente no quiere trabajar».
A partir del año pasado se incrementó el número de mujeres desocupadas que buscan trabajo. Pero esto es cada vez más difícil. El sector que más lo sufre es el de mujeres adolescentes donde las cifras de desocupación son mayores y la precarización laboral se agrava. Bajo la máscara de pasantías y diversas artimañas, como el «trabajo a prueba», las jóvenes se han convertido en las nuevas esclavas, carentes de derechos, de estos tiempos. Muchas veces con la anuencia de universidades, gobiernos nacionales, provinciales o municipales. Porque esos empleos provisorios, tienen los días y horas contados y a menudo las condiciones laborales no son buenas.
Más alarmante resulta el hecho de que dentro del universo de los desocupados, que va en constante crecimiento durante los pocos meses de 2019, el 90% son mujeres que carecen de perspectivas ciertas de lograr acceder a un trabajo. En la mañana de este 8 de marzo de 2019, la protesta social de los empleados despedidos de una embotelladora de Coca Cola en Corrientes y Callao se fundió con la de las chicxs de pañuelos verdes y juntos marcharon hacia Congreso, reafirmando el comunicado oficial de las agrupaciones feministas en este 8 M.
Nuevamente gritamos una expresión de deseo: «se va a caer, el Patriarcado se va a caer».
Y en el ámbito laboral tiene que caer la correlación automática sexo-género que determina una división del trabajo asociado a lo femenino y lo masculino que «establece qué podemos hacer las mujeres y qué no pueden hacer los hombres».
Tiene que caer porque es necesario que existan licencias parentales igualitarias, que permitan también una inserción laboral más justa a las mujeres y la posibilidad de que los hombres cuiden a sus hijos y establezcan con ellos un lazo más afectuoso desde el comienzo de su vida. Para que el trabajo no remunerado tenga un reconocimiento remunerativo. Y sobre todo es necesario que se pongan en práctica en forma real y concreta programas educativos con una nueva visión de los roles de género. Así como también políticas de cuidado a través de guarderías, jardines de infantes, escuelas.
Pero todo eso requiere de políticas públicas activas y concretas por parte del Estado que no son condicen con las de un Estado Neoliberal que se desentiende cuando los injustos nos quitan el paraguas.
(*) Profesora de Historia, nivel superior. Integrante del Grupo de Reflexión sobre Violencia de Género y participante en Re.So (Rejunta Sorora), radicada en Gral. Villegas desde 2010 donde vivieron sus padres.
Fuentes:
INDEC. Encuesta permanente de Hogares. (EPH)
Relevamiento y uso del tiempo no remunerado.
CIPPEC. Centro de implementación de políticas públicas para equidad y crecimiento.
CEPA. Centro de economía política
CCC. Centro cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Equipo de investigación económica.