La carta que el artista Carlos Alonso envió a General Villegas con motivo de la inauguración del edificio del Museo
Este día tuvo tres pilares fundamentales para que el artista mencionado se hiciera, de algún modo, presente en nuestra ciudad.
El edificio del Museo que se acaba de inaugurar lleva su nombre y allí se albergará en un futuro no muy lejano su obra.
Cuando ello ocurra quizá esté de cuerpo presente, contemplando el cierre de un capítulo que se comenzó a escribir en estas tierras hace muchos años atrás y que cuenta en la carta que su hija leyó a los presentes.
En esas líneas, destaca su vínculo con la familia Carrozzi y lo que esta ciudad ha sido y es en su vida.
Es para mi familia y para mi un gran honor la decisión de darle mi nombre a este hermoso museo.
La historia nos demuestra que la mayor aspiración de los artistas es que sus obras trasciendan y se incorporen al patrimonio de su país, a la memoria colectiva y al bien común de la sociedad y que se preserve el testimonio artístico que heredarán las futuras generaciones.
Muchas de las obras que componen la colección que este nuevo museo nacieron aquí, en estos pagos.
Recuerdo aquellos días cuando salíamos con Tito Carrozzi en busca de los escenarios, del espacio espacio físico donde se desarrollaron los sucesos que el Comandante Prado relata en sus libros.
Las aguadas, las dunas, los caminos, los boliches, los desarmaderos, los atardeceres de una pampa interminable, la geografía y la fauna, de perdices, lechuzas, ñandúes, las caballadas salvajes; así, uno a uno fueron naciendo los temas, ya no del texto sino de la conjunción del dibujo con la realidad, no de la palabra sino de la mirada, de la memoria, de la línea, el color y la emoción de las vivencias.
Todo lo que pude conocer, descubrir y pintar gracias a que la vida puso en mi camino Maruca y a Tito, ellos me dieron cobijo y sustento durante meses.
Gracias a su generosidad encontré el clima ideal para mi trabajo. Me brindaron una colaboración sin limites, donde la libertad de la creación se compartía con entusiasmo y nos hermanaba la misma vocación, el amor al arte.
Cuando terminamos la tarea del libro La Guerra al Malón emprendimos otro proyecto, siempre en Villegas.
En la casa taller escuela de los Carrozzi hicimos una serie de esculturas en hierro, entre ellas el gato de Tito, luego vino la gran instalación en papel maché sobre el tema de manos anónimas, 10 figuras tamaño natural que nos llevó meses de trabajo en equipo.
Hoy, algunos años después, es un placer seguir trabajando junto a mi querido amigo Tito, su nieta María, los integrantes de la Comisión Amigos del Museo.
Les deseo lo mejor de los éxitos para esta inauguración del edificio, esperando compartir con ustedes el día en que se abra la exposición de las obras; obras que ahora le pertenecen a todos los ciudadanos de General Villegas.
Quiero agradecer una vez más a las autoridades municipales y provinciales por el reconocimiento público a mi trabajo que espero merecer, comprometiéndome a seguir apoyando sus tareas futuras.
Gracias, un fuerte abrazo.
Carlos Alonso