La inseguridad al palo (escribe Pablo Enrique Delgado*)
“Usted puede descubrir a qué le tiene más miedo su enemigo observando los métodos que él usa para asustarlo.” Eric Hoffer.
* Pablo Enrique Delgado
La palabra inseguridad nos hace pensar instantáneamente en un robo, un secuestro o una estafa por citar algunos casos. Sin embargo es mucho más extensa. Existen varias formas en que la inseguridad se nos presenta pero que, por algún motivo, no las asociamos. Los miedos, perdón, los medios de comunicación masiva se concentran en las citadas pero omiten a otras probablemente igual o más graves. Para comprender a la inseguridad cabalmente es fundamental reconocerla implícita con el miedo y no de cualquiera sino el suyo y el del otro, concretamente; el miedo generalizado. Se nos dice que la inseguridad se vincula con los índices de pobreza y con el narcotráfico. Se nos dice que se efectúan reuniones inter ministeriales para solucionar la temática. Se nos dice que se adoptan medidas tendientes a disminuir los hechos de aquéllas inseguridades. En fin, nos dicen muchas cosas.
Sin embargo existen otras maneras de inseguridad. Las más peligrosas son las causantes. Y estas causas emanan del poder establecido. No los confundan con los gobernantes pues ellos pasan, pero el poder establecido permanece. Es quien realmente manda.
Cuando las normas jurídicas son transgredidas para sus propios intereses nos encontramos ante una terrible inseguridad. Pues la Ley debe ser aplicada de igual manera ante igual caso y no lo es. Pues quienes se encuentran dominando a quien dictará justicia le dirán qué hacer y, siervos, cumplirán. Y quien vaya a dictar justicia lo hará a beneplácito del poder, cual esbirro, vejando a la seguridad jurídica. Y se nos dirá una y otra vez que inseguridad es el muchacho que robó en el almacén del barrio.
Que a un jubilado no le alcance para comer, que no haya un seguro por desempleo eficiente, que en un hospital público falten recursos para la atención debida, que se deje hacer que las pequeñas y medianas empresas quiebren, que la mayoría de los sueldos en blanco se encuentren en la línea de la pobreza; es inseguridad.
Que le prometan resurgimiento económico en cuanto sea electo y no se cumpla, que le prometan resurgimiento económico para el próximo semestre y no se cumpla, que le prometan resurgimiento económico para el otro del otro del otro semestre y no se cumpla; es inseguridad.
Y no se olvide: la inseguridad va de la mano con el miedo.
Mostrarse determinado a combatir la inseguridad apaleando a un grupo de mocosos encapuchados es muy simple… o de docentes, o de desocupados, les da lo mismo a tales efectos. El desafío es enfrentar a quienes siembran esa inseguridad desde sus bancos, bancas y asociados. En Argentina quienes les hicieron frente desde la Democracia terminaron derrocados. Y el poder que acaparan es cada vez mayor. En verdad que nos han reducido a tal punto en el cual un Presidente simplemente se limita a administrar lo que le dicta el poder establecido. Y nos siguen diciendo que la inseguridad y el miedo está a la vuelta de la esquina esperando a robarte el celular negando que impunemente una empresa deje en la calle a 600 familias porque es más barato traer todo importado de Chile. El desempleo y su posibilidad es inseguridad.
Para combatirla a mano armada se establecen puntos de control en determinados centros neurálgicos hasta con la Gendarmería incluida. Claro, porque el delincuente callejero no sabe que en la web están detallados dónde se encuentran esos puntos. Y ni siquiera hay que ir a la web, cualquiera kilómetros a la redonda lo sabe. Eso sí: para subirte a un colectivo te exigen el documento. Es toda una parafernalia que termina complicando la vida cotidiana del inocente, distrayendo fuerzas del orden público y causando risa a los
cacos. Serviciales, dicen luchar contra la inseguridad simplemente despilfarrando tu dinero.
Por lo expuesto, es sumamente riesgoso para una República inestable que quienes deben protegernos cumplan funciones emanadas de una superioridad invisible, oculta detrás de empresas que son otras empresas y que desembocan en el anonimato. Mediante esa vía no se puede construir un país consolidado y su preponderancia constituye una inseguridad perpetua. «En defensa de la patria todo es lícito menos dejarla perecer.» (General José Francisco de San Martín y Matorras).
Pero ese poder establecido, como todo ser viviente, guarda sus miedos. No les teme a quienes tienen algo que perder (un trabajo, un alquiler, un préstamo, etc.) pues los mantienen dominados con el miedo. Le tienen pánico a quien nada tiene que perder. A todos ellos. A los hambrientos, a los desocupados, a los “negros” de las villas que andan en patas con el aire acondicionado, a las multitudes en las calles exigiendo dignidad. Por ese motivo los aporrean salvajemente.
Usted puede comprender lo escrito por su libre discernimiento. O alguna vez le tocará vivir a usted o a sus hijos la inseguridad al palo.