No vale la pena que nos peleemos

Si bien no somos hermanos, somos como de la misma familia, sencillamente porque estamos hechos de la misma fibra; lo sabemos y ha quedado demostrado más de una vez.

Sabemos que somos trabajo, lucha y mucha paciencia y lo demostramos, porque precisamente es el temor a perder lo poco o mucho que hayamos logrado lo que nos está haciendo luchar, porque mejor que nadie sabemos, al menos la gran mayoría, que de otra manera, trabajando, no se puede (es que así nos enseñaron).

La paciencia, la tenemos a base de funcionarios (de este y todos los Gobiernos que hasta acá pasaron. Pasaron, no nos gobernaron, eso está mas que claro).

Por todo eso y por lo que damos y lo que tenemos para dar en cuestión de «rinde» para la Patria Chica como reza el título, no vale la pena que nos peleemos.

No le demos el gusto, no dejemos que nos gane la desunión porque así seremos débiles.

Del mismo modo que una compra de manera cooperativa logra mejores beneificos, sucederá con los cuatro municipios afectados unidos.

Que no suene utópico; la manera en que procedió Campana en las últimas horas, fue después de estar un año y medio con el agua al cuello y la afectación (no posible, sino confirmada, padecida y a la vista de cualquiera) producto del olvido, ignorancia o «estrategia» de los funcionarios ( los de hoy, las de ayer y también los de siempre, porque de estos últimos también hay en el tema hídrico).

A partir de ello, aunque pueda parecer un alivio que el agua comienza a irse; en realidad es la angustia y desazón que se traslada.

Del mismo modo que en la inundación de Octubre la zona se movilizó trayendo alimentos y elementos para los villeguenses del distrito afectados, sin duda alguna haríamos lo propio si el agua les ganara los cascos urbanos.

A este punto nos llevaron, no fuimos, pero salir, sí dependerá de nosotros.

Este artículo, por demás de modesto y limitado, no pretende palabras rebuscadas que tengan impacto, ni un final de lectura que nos conmueva; es simplemente una expresión escrita al sentir la misma sensación que nos produce pelear con un ser querido.

Entonces, si no cambia nuestra actitud, cómo pretendemos que «esto» (insistimos, a lo que nos llevaron) cambie?

Hagamos que la peor crisis hídrica de la historia (al menos para General Villegas y tal vez lo sea para el resto «aguas abajo») nos descubra, visibilice y acerque de una manera contundente y seria.

Que de ahora en adelante al decir que somos de Rivadavia, Carlos Tejedor, Trenque Lauquen o General Vllegas, dé lo mismo decir (por ponerle un nombre) que somos del «Noroeste Superado».

El que se repuso a la adversidad y desidia.

El que acompaña a la naturaleza en sus decisiones de las que nos enteramos sin más remedio que cuando ya actuó, pero no a los funcionarios que generalmente por omisión provocan mayores daños que ésta.

Está bien que siga cada intendente, después del agua, luchando por su gente y su distrito gestionando, consiguiendo, etc., porque para eso (una vez más el pueblo – la gente) le dio la oportunidad y dependerá de su capacidad para lograrlo; pero en este momento, ahora, ya, pongamos nuestra «ingeniería del interior» al servicio de NUESTRA zona.

Procuren nuestros intendentes darse una oportunidad y unir fuerzas y esfuerzos para cambiar la historia. Además de demostrar grandeza que nadie duda la tienen, «revelense» contra lo establecido y que no importe tanto el mandato político superior como el honor de sus pueblos.

Después de tanto sufrimiento, desesperación y bronca, la realidad te pone al borde zozobra y suelen aparecer los replanteos. Hagamosnoslos.

Si tocamos fondo que sea y sirva para impulsarnos a la superficie y una vez allí, que nadie más venga a traernos un salvavidas, comencemos a construir nuestro barco (perdón si suena muy poético y/o cursi) pero es lo que sentimos desde Distrito Interior.

Saque usted sus propias conclusiones.