Las nuevas camadas de médicos se muestran reacias a trabajar en el interior
Mientras decenas de ciudades buscan con urgencia especialistas jóvenes para sus hospitales, el plan de incentivos que lanzó la Provincia genera todavía más dudas que certezas. (Por Nicolás Maldonado – Diario El Día)
Con una planta de profesionales que se acercan a la edad de jubilarse, el Hospital de Coronel Dorrego, al sur de la Provincia de Buenos, necesita ir incorporando especialistas jóvenes para evitar que en unos pocos años sus vecinos tengan que recorrer 90 kilómetros hasta Bahía Blanca en busca de atención. Pero de manera más urgente todavía, necesita además un médico generalista y un tocoginecólogo para completar su estructura de funcionamiento elemental. Pese a ofrecer vivienda, nombramiento en planta, posibilidades de desarrollo en el sector privado y otros beneficios que derivan en una remuneración 120% más alta de lo habitual, ningún médico ha respondido a la convocatoria manifestando interés.
El caso de Dorrego, una ciudad con cerca de 12 mil habitantes, no difiere de lo que se registra en decenas de otras localidades del interior bonaerense. A lo largo de los últimos años, su déficit de profesionales en ciertas especialidades clave como medicina general, pediatría, obstetricia y neonatología se ha venido tornando cada vez más apremiante. Fue así que un intento por dar respuesta a esa problemática, el ministerio de Salud lanzó el año pasado un programa conjunto con municipios para incentivar a los graduados de Medicina a hacer sus residencias en el interior.
El programa, que se llama “Quiero ser Residente”, busca cubrir 108 residencias en medicina general, pediatría, neonatología, obstetricia, cuidados intensivos y otras especialidades críticas en ciudades con poblaciones de alrededor de 10 mil habitantes. Para ello cada municipio armó un paquete motivacional a fin de atraer posibles interesados que incluye en la mayoría de los casos vivienda, comida, posibilidades de desarrollo en consultorios privados y una remuneración adicional que puede llegar a ser equivalente a la obtenida por la beca de formación.
Si bien no es posible saber aún qué grado de aceptación tuvo la propuesta porque todavía está en proceso, graduados y organizaciones médicas coinciden en observar un bajo nivel de interés.
Unos 3 mil inscriptos
“No tenemos todavía datos (para conocer el grado de interés que generó el Programa de incentivos) porque la inscripción a las residencias acaba de cerrar. Lo que podemos decir es que este año hubo en total (para todo el país) 4.854 inscriptos entre médicos y no médicos; de los cuales calculamos que al terminar el proceso de verificación de la documentación van a quedar poco más de 3 mil médicos en condiciones de rendir el examen de ingreso”, detalla Marcelo García Dieguez, el director provincial de Capacitación de Trabajadores de Salud.
Si bien la cifra resulta similar a la del año pasado, lo que indicaría que la existencia de incentivos no habría tenido en principio un impacto significativo sobre el nivel de inscripciones, García Diez explica que ese dato es “relativo”, dado que “el año pasado hubo en la carrera de Medicina unos 800 graduados menos de lo habitual en todo el país” y “la demanda de residencias está atada al número de graduados que se registra a nivel nacional”.
Para el Movimiento de Salud Irma Carrica, una organización profesional que viene reclamando mejoras en las condiciones laborales de los residentes, “la realidad es que todos los años hay unos 3 mil inscriptos para las residencias, de los cuales sólo un tercio elige hospitales públicos por las pésimas condiciones laborales que ofrecen hoy; algo que no va cambiar porque incentiven unas pocas residencias en el interior”.
“Si se tiene en cuenta que un residente de primer año gana unos 14 mil pesos al mes y en lugar de formarse está tapando baches en la atención que no son su responsabilidad, no hay que ser un genio para entender por qué las residencias hospitalarias dejaron de ser una opción atractiva para alguien que se acaba de graduar. En su lugar, muchos prefieren tomar guardias en clínicas privadas o subirse una ambulancia, donde ganan el doble que haciendo una residencia, y completar de otra forma su formación”, explican desde el Movimiento al señalar que el programa de incentivos “es un parche que enmascara la precarización laboral”.
Desconfianza
Más allá de las duras condiciones de trabajo que implica en general hacer una residencia en un hospital público, muchos graduados reconocen también la desconfianza que les genera el programa de incentivos en particular. Y es que lo ven como un “recurso desesperado para conseguir mano de obra inmediata” que podría terminar dejando en segundo plano el principal objetivo de las residencias, la formación de nuevos profesionales de la salud.
“Aunque se supone que la mitad de la carga horaria de una residencia es para asistencia y la otra mitad para actualización, la realidad es que la crisis del sistema hospitalario ha llevado a que los residentes estemos cubriendo baches más que recibiendo una verdadera formación profesional. Imaginate cuánto más difícil es entonces acceder a una formación en lugares donde las estructuras formativas vienen de estar inactivas muchos años y encima la demanda de recurso laboral es mayor. Si es necesario incentivar tanto a la gente para que vaya a hacer su residencia al interior es por una razón muy simple: las condiciones son malísimas”, dice Laura Cano, una médica recién graduada que pese a ser de Rauch está realizando su residencia en el Hospital José Ingenieros de Romero.
“Además de que la mayoría de las residencias que están incentivando vienen de años de estar cerradas, el programa no ofrece ninguna garantía de que vayas a conseguir un trabajo vinculado a lo que venías haciendo una vez terminada la beca de formación. Cuando uno busca información en la página del Ministerio se encuentra con un cláusula que dice que la inserción laboral posterior queda a conveniencia de los municipios. Si a eso le sumás que hoy los sueldos hospitalarios te obligan a tener más de un empleo y en las localidades pequeñas eso resulta más difícil, es comprensible que casi nadie quiera ir”, explica Juan Martín Mirada, un residente de Medicina General oriundo de Necochea que realiza su residencia en La Plata.
Al ser consultado sobre estos aspectos, el director provincial de Capacitación remarca que “el recurso humano que busca formar el Programa Quiero Ser Residente no es para hoy ni para mañana, sino para dentro de cuatro años”; y reconoce que si bien un alto porcentaje de las residencias incentivadas “se están reabriendo porque estaban sin instructores”, eso no significa que la calidad formativa que ofrezcan vaya ser menor.
“Para nosotros fortalecer la estructura formativa de las residencias es fundamental –afirma García Dieguez-. En Medicina General buscamos ofrecer una base formativa equivalente en todas las residencias con un curso de apoyo virtual que van a recibir todos los residentes cualquiera sea el lugar donde estén. Y tenemos previsto además acreditar esas residencias por emedio de un evaluación externa. Se trata de una necesidad para la sustentabilidad del Programa: apostamos a consolidar la propuesta formativa para que cada año sean más lo que elijan hacer sus residencias en hospitales del interior”.