Banderaló atravesada por el recuerdo y el dolor (Unas líneas para Asencio)
Volver sobre cosas que duelen independientemente del tiempo que haya pasado desde que ocurrieron es como salar una herida, pero al mismo tiempo, no recordarlas sería cometer el peor error, el de la omisión.
Esta mañana como sucede últimamente cada vez que nos cruzamos con algún banderolense el tema, además del agua, es la muerte de José, de Oscar y especialmente hoy de los niños y madres del club Juventud Unida de quienes se cumplen 5 años de la tragedia, pero también de Asencio José Díaz, quien falleciera en la estación del ferrocarril de su pueblo el mismo año que los pequeños jugadores pero en el mes de Diciembre.
Para él, también existe una carta que fue «hallada» en una conversación.
La autora de esas líneas, cuya identidad preservamos por pedido, las escribió apenas supo del trágico desenlace del querido Asencio, tal ella lo definió cuando accedió a facilitarnos sus palabras que nadie más sabía que existían.
Desde entonces las conservaba para si, hasta hoy.
Plasmarlas en esta crónica no es ir por más consternación, ni profundizar la angustia existente; sino destacar la mística y esencia que conservan estos pueblos pequeños donde todos se vuelven uno, salvo en la alegría del fútbol que al festejar lo hace solo una mitad; pero en el dolor, ahí sí, todos para uno y uno para todos.
Esas cosas hace a estos lugares, tanto como a sus habitantes, simplemente especiales sin importar la circunstancia.
Jugar en el Tren (Un recuerdo de Asencio)
“Vamos, vamos, apurate que viene el tren” Quien ya está en la cama, sale con un salto, los que están cerca, apuran el paso… pero todos al instante, en el andén de la estación…
Es imposible en el silencio del pueblo, no escuchar la llegada del tren
Recuerdo haber jugado en el tren a leer antes que otros el nombre de la máquina, los números de los vagones y contarlos, sumarlos, restarlos y si coincidía con la fecha de nacimiento decíamos que nos pertenecía, saludarlo y que el maquinista toque bocina, y cuando esto sucedía más agitábamos las manos saludando…
Porque el tren tiene su marcha y no la detiene tanto el que lleva pasajeros como el que lleva “carga”
Es imposible que el tren se detenga si no hay pasajeros que desciendan o si la carga no es para esta estación
Históricamente el tren ha sido un transporte, un medio de intercambio, integración, desarrollo… Paradojalmente en el pueblo de Banderaló, hace tiempo, el paso del tren se ha convertido en una cita peligrosa.
Una cita a la que hay llegar puntual, en el momento justo, descargar adrenalina como sea: atrapando un vagón, colgándose, poniendo el cuerpo lo más cerca posible y sentir el roce, gritando más fuerte que el ruido del tren. Para llegar a ser reconocido como “wachitren” había que tener mucho coraje, poco miedo, no dudar y lanzarse… Para pertenecer a esa pandilla, había que llegar y “jugar” cumpliendo las reglas…
Para pertenecer muchas veces se pone en riesgo el ser
Para sentirse vivo, muchas veces se corre el riesgo de dejar de vivir…
Es imposible creer que así como hay juegos para crecer y divertirse, hay otros que ponen el riesgo el vivir
El juego requiere de cuidado, de respeto, de responsabilidad… como la vida misma