Transitar por la ruta 33, una odisea, los días de lluvia mucho más

Así de simple y obvio como el título; así es aventurarse a transitar esta traza nacional que tiene dos particularidades muy importantes y bien distintas entre si.

Una, que une dos puertos tan importantes como Bahía Blanca y Rosario, la otra, que a pesar de ello y otras cualidades que se mencionarían a su favor, es la clara muestra del olvido, la desidia y peor aún, el desprecio por la vida a partir de la nada misma que han significado los reiterados accidentes, muertes y en consecuencia los reclamos que han caído en saco roto cuando se ha tratado de respuestas por parte de los organismos intervinientes (y sus integrantes o representantes), independientemente del color político de turno («ayer como hoy»)

Salir a transitarla en una día como el de hoy donde las intensas lluvias naturalmente disminuyen la visibilidad y predisponen el terreno para dificultar la maniobrabilidad, etc, etc, etc, es tentar al destino, pero mucho más los es la metamorfosis que experimenta la traza con los pozos, cada vez más grandes, que se llenan de agua convirtiéndose en verdaderas trampas «casi invisibles» y las banquinas en «casi perfectas» pistas deslizables.

Así, con este panorama se convive diariamente (independientemente si llueve o no, aunque las probabilidades de accidentes aumentan si cae agua) en este rincón tan productivo y todavía tan manso del noroeste de una de las provincias más importantes del país que ha guardado para lo último, de manera obediente al dicho popular, lo poco que le queda por perder; la esperanza.

N d R: Lo comentado está basado principalmente en el tramo comprendido entre las ciudades de América y Rufino, que es el que más transitamos, tanto que nuestras intervenciones en esta ruta se han debido últimamente, inclusive esta tarde, a accidentes de transito  provocados mayoritariamente por el estado de la misma.