Un adiós a Antonio Méndez, ese viejo hermoso (Escribe Patricia Bargero)
A Antonio Méndez le cabían todos los significados de la palabra “compañero”. Porque él lo era en todos los niveles, lo era en su militancia política y lo era, fundamentalmente, en su vida afectiva, porque no se puede pensar a Antonio Méndez sin Catalina Frolik y viceversa.
Por lo que conocí de él, a través de sus relatos y de los relatos de muchos que lo conocieron desde hace décadas, para Antonio la política era verdaderamente la herramienta para estar con el otro y hacer algo por él.
Era básicamente un militante social, de esos que van casa por casa y están con la gente, no sólo para afiliarlos al peronismo, sino también para escucharlos, saber de ellos, conocer sus problemas, estimular a los más jóvenes para que siguieran estudiando y fueran capaces de abrirse un camino a través del estudio y del trabajo. Era un auténtico militante de base, de esos de calle. No hay peronista viejo, de cualquier pueblo del partido o barrio de la ciudad, que no sepa quién fue Antonio Méndez. Él estaba allí, en la primera fila cuando había que patear las calles, en las últimas cuando se trataba de ocupar cargos.
En su casa solían prepararse fuertes desayunos, para propios y ajenos, y esos pibes, a los que en la casa no les sobraba la comida y a veces les faltaba el afecto, se sentían cuidados por Catalina y Antonio.
Conciliador siempre, ante cada interna que surgiera en su partido, pero también ante los contrincantes políticos, era profundamente ético. Cuando en 1973 Humberto J. Compagnucci asumió como intendente, sus compañeros de militancia le sugirieron que se anotara como proveedor municipal (tuvo por años la conocida despensa “El Sol” en la calle Belgrano), pero se negó rotundamente. Él había trabajado por algo más grande: el regreso de su líder y un cambio definitivo para la gente, sobre todo para los más necesitados. No iba a corromper ese trabajo por aprovechar la oportunidad de obtener un beneficio económico.
Tampoco dudó en salir a reclamar por su sobrino Juan Miguel Satragno Méndez, durante plena dictadura militar, en tiempos en los que hasta preguntar por un desaparecido era peligroso.
Cuando Pedro Satragno empezó a convocar y organizar a aquellos que se sentían representados por el kirchnerismo, con la idea de trabajar en una propuesta electoral, Antonio y Catalina fueron los primeros en acercarse. Ambos sentían que Néstor y Cristina Kirchner eran los verdaderos sucesores de aquel peronismo que tanto los había movilizado. Y allí estuvieron, en la medida en que sus fuerzas se lo permitían, ayudando a preparar fiscales, fiscalizando en algún momento, transmitiendo todo lo que habían aprendido a lo largo de sus militancias.
Hace menos de un año, desde Kolina, le realizamos un homenaje a través de un campeonato de fútbol infantil, otra de sus pasiones, que tuvo por nombre “Copa Antonio Méndez”. Sin embargo, no pudo asistir a la entrega de los trofeos y a recibir la plaqueta y presentes que teníamos para entregarle. Catalina, su compañera de vida, no se sentía bien y él no podía dejarla sola.
Se habían conocido en la iglesia, para el velorio del padre Panacea, y eso había sido amor a primera vista. Cuando ella lo contó en su casa, exaltada de felicidad, le pronosticaron poca vida al romance, porque el muchacho era “muy vago”. Desde entonces han estado juntos, trabajando codo a codo, unidos por el mismo amor y los mismos ideales, y en los últimos años Antonio se dedicó casi exclusivamente a cuidarla y acompañarla. Pasaron juntos, desde aquella sentencia, 67 años.
Ahora, su cuerpo dijo basta, y en el cajón donde descansa, sus nietos e hijos decidieron agregarle la camiseta militante de Kolina que estuvo usando durante este último verano. Entendieron que debía llevarse con él un elemento que simbolizara su coherencia política. La otra fidelidad ya había sido ampliamente demostrada.
Nota
A Patricia le propusimos esta columna y no dudó. Le agradecemos, como a tantos, la respuesta a nuestra inquietud. Su sensibilidad por la escritura también en esta oportunidad, enriquece nuestro portal y es un gran aporte a nuestros lectores.
Gracias Patricia Por esta hermosa semblanza de mi viejo. Le hace justicia al hombre noble y solidario que fue. Un abrazo para vos y Pedro y los Kolina, que le dieron tanto respeto y cariño a este militante apasionado hasta el final. Gracias.
Una gran persona !!!
Me emocione cuando lei la nota ,pasaron muchisimos años desde mi niñez en el barrio ciclon , » Catalina y antonio » la recuerdo a catalina como si fuera hoy , ¡¡ que buena gente !!cuantos recuerdos .
Muy bueno Patricia, por este reconocimiento, para mi personalmente, primero un gran amigo, un gran compañero de militancia, en algún momento tuvimos que compartir también una banca de concejales en el mismo bloque.-Un compañero con muchísima fidelidad y convicciones por sus principios, por eso tenia un espíritu tan fiel y solidarios para con sus vecinos, del mismo partido al que pertenecía y a sus adversarios, por quienes tenia un profundo respecto, además un hombre con muchísima honestidad.-Esta eran las grandes virtudes de nuestro querido Antonio, que tanta falta hacen hoy en la política de n/ país.-Gracias Patricia.-