El ruido del carnaval
Con la llegada del primer mes del año comienzan a oírse los primeros sonidos, y también los ruidos del carnaval. Este 2015 no sería la excepción.
Como siempre, más vale tarde que nunca, comenzaban las primeras reuniones para establecer y determinar las pautas que regirían la tradicional festividad en nuestra ciudad, por un lado la Comisión de Fiestas que debe organizar y por el otro, las comparsas, murgas, etc, que quieren participar. Entre ellos, el público (para y por quien debiera hacerse todo).
De a poco se fue sabiendo que el recorrido sería modificado, que el jurado sería externo y finalmente, que algunos grupos (hasta el momento) no participarán, entre otros detalles.
Como sea y con quien sea, el corso se hará. Es una clara muestra de que esta ciudad lo necesita, espera y lleva en sus venas; pero podría fluir sin tantos inconvenientes previos, porque una vez que inicia, todo, o casi todo queda atrás, aunque ese no debe ser el consuelo.
Al estar afuera del «mundo carnaval», tal vez no sería prudente opinar, pero el solo echo de concurrir, a cualquiera lo convierte en partícipe, sobre todo cuando para acceder se debe pagar. Partiendo de esa base podemos opinar (quizá, como una manera de aportar).
Sabiendo que necesariamente habrá carnaval, la Comisión debería realizar mucho más temprano la convocatoria, por la misma razón, los responsables de los grupos, carrozas y otros, iniciar con actividades o propuestas que les permitan recaudar fondos para adelantar trabajo (compra de instrumentos, trajes, etc.), de ese modo, la oferta y la demanda saldría de la monótona negociación de cada año entre organizadores y participantes, dejando a un lado la comodidad del dar y recibir o exigir y ceder (para ambas partes por igual).
En ese sentido y por ese motivo, el anuncio de algunas ausencias, por las razones que fueren, impacta sobre el ánimo del carnaval perjudicándose, antes o después, todos.
Hoy es hoy y ya no queda tiempo para la discusión, el inicio está muy cerca, deberían querer y poder estar todos o la gran mayoría; emparchar, remendar y tratar de mejorar, sobre todo las relaciones.
Más allá de la indiscutida pasión, talento, imaginación, ganas, actitud que se requieren para llevar adelante un motivo para cualquier corso, se necesitan recursos; y al ritmo que danza la economía del país, cada vez mayores.
Seguramente llego la hora de hacer de cada grupo, una pyme (pequeña y mediana empresa), pudiendo haber un dueño o varios socios constituidos en cooperativas. Allí, buena parte de las áreas del Estado Local podrán (y deberán) intervenir; hasta la oposición política podría hacer su aporte.
Aunque el planteo suene a disparate o parezca una utopía, hoy es de necios negar que los tiempos cambiaron. Quedarse en los viejos métodos, es seguir repitiendo los errores que por razones obvias terminaran por consumir el poco material que va quedando.
Todo lo anterior también incluye a quienes participan disponiendo de las cantinas.
Cada uno sacará sus conclusiones.