El recuerdo de un ídolo: Juan Gilberto Funes
El 11 de enero de 1992 el fútbol recibió uno de sus golpes más duros: el corazón del «Búfalo» dejó de latir y el dolor copó sobre todo su provincia, San Luis. Hoy, su recuerdo sigue más vivo que nunca.
El siguiente es un artículo de El diario de la república, edición puntana, que no dejó pasar la oportunidad de homenajearlo. Por lo que fue como jugador y persona, Distrito Interior se permite compartir el tributo.
«Fue un día muy caluroso, la alta temperatura y la humedad eran insoportables. Los puntanos se habían despertado agobiados por el calor y preocupados porque Juan Gilberto Funes, el ídolo futbolístico de San Luis, no estaba bien de salud. Desde Buenos Aires las noticias que llegaban eran malas, pero todos rezaban por su recuperación. Pero por la noche llegó el peor golpe, el que jamás nadie esperaba. El corazón del «Búfalo» dijo basta y dejó de latir. Nadie podía creerlo. Hoy se cumplen 23 años de su desaparición física, de ese día cruel y maldito.
Todavía cuesta digerir que el enorme número «9» que llenó de orgullo a los puntanos ya no cruza caminando por plaza Pringles saludando a todos, ni gira por las calles del centro con su impecable Ford Sierra blanco con la ventanilla baja y la sonrisa inconfundible.
Pero a pesar de no verlo, de no escuchar su tonada bien puntana, ni de contagiarse por su larga carcajada, el inexorable paso del tiempo no han podido borrar el cariño que la gente siente por el «Sapito». Su recuerdo sigue vivo y las anécdotas que dejó dentro y fuera de la cancha han pasado de generación en generación. Nadie, ningún futbolero puntano, por pequeño que sea, desconoce el legado de «Rambo» Funes. Es, tal vez, el mejor homenaje para un futbolista único y una persona excepcional.
El recuerdo del «9» que le dio la primera Copa Libertadores de América a River Plate no sólo se circunscribe a San Luis, Cuyo o Bogotá. Los compañeros y entrenadores con los que compartió fútbol y triunfos en Buenos Aires todavía valoran su figura. Uno de ellos es Nery Pumpido. El arquero campeón del mundo lo recordó en la última entrevista que concedió para la televisión. «Fue uno de los mejores compañeros que tuve, una gran persona. No sólo por lo que fue como jugador, sino fuera del terreno. Un tipo sano, un muchacho fenomenal», dijo con emoción el santafesino.
Otro amigo que nunca lo olvida es Oscar Ruggieri, quien siempre evoca las bromas que hacían juntos a sus compañeros de River. Al recordarlas, el «Cabezón» no puede contener la risa. «Juancito era un loco lindo, era tremendo», repite cada vez que puede el ex defensor.
Hoy casi todo pasa por las redes sociales, un mundo que dominan los más jóvenes con gran facilidad. A pesar de que muchos chicos no lo vieron jugar «en vivo», gracias a los videos de YouTube conocieron sus goles y rápido lo encasillaron como su ídolo. Muchos hinchas de Millonarios tienen la foto de Juan en sus perfiles personales.
El paso del tiempo tampoco hizo mella en los colombianos y el club azul tiene al puntano en la selecta galería de sus máximos ídolos.
Nombrar a Juan en cualquier sobremesa o en cualquier charla de café es una invitación a escuchar una anécdota nueva del «9» dentro o fuera del terreno de juego. Y un dato increíble es aquel que suele contar su hermana Gogó: «Juan cuando venía siempre recibía a las visitas o a los amigos que venían a saludarlo a casa. Muchas veces llegaban a la hora del almuerzo. Cuando la gente llegaba, Juan los recibía y se quedaba charlando por horas. Por eso, casi siempre le recalentábamos la comida. Yo solía preguntarle si no quería comer otra cosa. ‘No, no. Me gusta así. No importa, está rica igual’, me respondía», relata.
Los asados con los amigos, salir a cazar o pescar eran otra de las pasiones del «Oso». Por eso cuando podía, solía comprar implementos para la pesca y carnadas en una conocida casa que estaba ubicada por avenida Lafinur, casi Belgrano. Don Roberto Sosa era su dueño y atendía en persona a Funes. «Venía seguido, cuando viajaba a visitar a su familia a San Luis. A veces estaba cerrado pero él tocaba el timbre y desde afuera gritaba ‘¡Soy el Juan!’. Y salíamos a atenderlo. Compraba y charlábamos un montón, era una persona maravillosa, un gran chico», recordó el comerciante.
Por ésas y miles de vivencias más, aunque pasen los años, las fotos sean difíciles de conseguir y los videos no sobren en internet, para los puntanos el «Búfalo» vive. Nadie lo olvida. Y hay miles que afirman que, dentro de la cancha, no ha surgido otro delantero como él. Y como persona tampoco.
Han pasado 23 años de aquel día triste, pero es apenas una fecha porque el «Sapito» de San Luis es inmortal.