Los asesinos eran cirujanos del delito: sabían matar
Primero mataron a los que se iban: el tractorista y el carpintero (los dos peones de La Payanca). Los agarran llegando a la tranquera.
Ahí debió intervenir Alfredo Forte, el concubino de la dueña, y les debe haber costado dominarlo porque era un hombre muy grandote, pero también lo asesinaron. Cuando llegaron a la casa, en el galpón lindero, encontraron al linyera Luna: lo mataron enseguida con un tiro en la nuca. Finalmente lo esperaron a ‘Cascote’ Gianolio (hijo de ‘Chila’ Acheriteguy, la propietaria del campo), que llegó tarde a la casa con su camioneta. No sé si no lo mataron junto con su madre, porque ahí, en la cocina, es donde se dio la escena más sangrienta ”.
La secuencia del séxtuple crimen de La Payanca la reconstruye Luis Tomás Correa, el abogado de Villegas que defendió a los cuatro únicos acusados que tuvo la causa, todos residentes en el pueblo donde vivían las víctimas. Los cuatro terminaron absueltos, no sin antes sufrir detenciones y torturas . Esta intervención le dio a Correa un gran conocimiento del caso.
–¿Por qué se sospechó de esos cuatro acusados?
–Las investigaciones en la Provincia entonces –y ahora, si no fíjese en el caso Candela– carecen del más mínimo principio del sentido común y de la lógica. No había ningún elemento que conectara a los acusados con lo que pasó en La Payanca y quedó demostrado. El doctor Guillermo Martín –el juez que tuvo inicialmente la causa– trabajó muy bien pero entró en el convencimiento de que ya estaba resuelto el caso con estos detenidos. También se dejó llevar por los rumores…
–¿Qué perfil tenía el asesino?
–No fue un asesino solitario y no fue un ataque al voleo. Los lugares en que golpearon a las víctimas para “amansarlas” –la cara y los riñones: los molieron a puñetazos– y la precisión de los tres tiros –en el pecho, la nuca y en el pómulo derecho– en casi todos los cadáveres, hablan de gente que sabía matar . Eran cirujanos del delito ; no dejaron nada al azar. Actuaron con precisión y evidente planificación previa. Como un grupo sicario que recibió la orden de matar y la cumplió. Si alguno de los 4 acusados se hubiese enfrentado con Forte, él los hacía salir corriendo: no se bancaban ni una pelea callejera.
–¿Quiénes pudieron haber sido?
–Terminé amigo del ex juez Martín y nos reunimos a hablar del tema. Lo único que se nos ocurre es que podría haber sido una venganza por un accidente ocurrido tiempo antes, del que prefiero no hablar. O que haya sido una secta que tenía que dar prueba de algo o cumplir un ritual.
–¿Quién se benefició con esto?
–Nadie, porque no encontraron ni un peso en el lugar.
–Respecto de la herencia…
–Bueno, se decía que Marco Estell, el marido de Claudia (la única integrante de la familia que quedó con vida), como ya había tenido problemas con otra mujer ( n. del r.
: su segunda esposa, Graciela Cimer, se habría suicidado con un embarazo de tres meses), quería aprovecharse de la herencia de la chica. Creo que el campo todavía no se vendió y nunca hubo nada para decir de Estell. Para nada, para nada, para nada. Mucho se dijo pero nunca quedó demostrado nada. Y supongamos que fue Estell, ¿a título de qué? Necesitaba tres o cuatro personas por lo menos para cometer los crímenes. ¿Cómo les pagaba? ¿Tenía que esperar a que se vendiera el campo y se hiciese la sucesión? ¿Iba a hacer venir de Buenos Aires, o de donde fuera, a 4 tipos o más a cometer semejante masacre para esperar? Porque no había ningún botín inmediato, era todo esperar. Si mataban a “Chila” y a “Cascote” ya estaba. Pero ¿matar a todos los otros? ¿Para qué? Un cadáver habla y tiene una voz potentísima. ¿Para qué dejar cuatro más?