De General Villegas hasta Luján a caballo: por amor a su padre y en agradecimiento a la Virgen
Mauricio Olivera había prometido a la Virgen María que si su padre superaba el cáncer de cólon que le habían diagnosticado iría hasta la Basílica a caballo. Luego de tres años aproximadamente y cinco operaciones le dieron el alta y hace unos días cumplió.
Lo acompañaron su hijo Milton, que tiene 12 años, Joaquín González, de Sansinena de done Mauricio y su papá son oriundos aunque están radicados en General Villegas desde hace años y Valentín Videla, al igual que su hijo, de 12 años.
Fueron 9 días que iniciaron el pasado sábado 7 de octubre a las 8:20 hs. desde nuestra ciudad. El primer tramo fue hasta Ameghino, luego Pazos Kanki, el lunes a la noche arribaron a Lincoln, continuaron a Los Toldos, Bragado, Chivilcoy (pararon en una estancia cercana a la ciudad), Suipacha y Olivera, a unos 17 kilómetros antes de Luján y el domingo, alrededor de las 10:00 de la mañana estuvieron los cuatro frente a la Basílica.
Marcelo Olivera (en la portada está de pie) es el papá de Mauricio y abuelo de Milton, que los acompañó desde Lincoln en adelante, estuvo con ellos en la llegada. Esa imágen de estar frente a la Basílica, con su papá vivo, recuperado, a su lado su hijo y los acompañantes, es algo que le eriza la piel de solo recordarla, contó en su relato a Distrito Interior.
Inicialmente los jinetes partieron solo con un bolso y una carpa, dado que el cargamento aunque liviano hacía más lenta la travesía, Marcelo les brindó apoyo logístico; respecto a las carpas no fueron utilizadas ya que la gente les brindó, en mayor o en menor medida, lo necesario para la alimentación de los caballos y lo que mínimamente ellos requerían para alimentarse o bañarse. Este aspecto no es un dato menor ya que hizo que Mauricio principalmente valorara más lo cotidiano como los mates de la tarde, el baño en su casa y otras cuestiones que por la cotidianidad pasan casi desapercibidas.
Otro punto que motivó a Olivera (hijo) a cabalgar hasta la Capital de la Fé fueron los golpes que la familia ha estado sufriendo en los últimos meses; el fallecimiento trágico de una integrante de apenas dos años y la longevidad de sus abuelos, por la que pidió especialmente.
Todo emoción y la enorme satisfacción de haber podido cumplir con lo prometido a instancias de la recuperación de su padre, fue la conclusión de una aventura que requiere más corazón que físico y tanta fuerza como la que da la fé.