El SÍ de Belén y Francisco, una unión que marca un antes y un después en nuestra sociedad
Belén Leiva y Francisco Grosso, tienen 30 y 33 años respectivamente, ambas personas tienen Síndrome de Down, su amor que lleva unos años 10 años, desde que se conocieron en Aderid, selló una etapa al decidir contraer matrimonio.
El sábado Belén cumplió años y el pedido a su mamá había sido la boda. Lejos de ser un capricho, mucho menos un juego ya que sus etapas han ido desarrollándose en tiempo y forma, siempre con el acompañamiento de la familia; esta vez volvió a ser acompañada. Del mismo modo la familia de Francisco.
Esta unión pone en la superficie una realidad que rompe con los estereotipos o conceptos que en la sociedad se han ido instalando por decantación a través del tiempo, por lo que irrumpe de manera casi espontánea. A partir de allí como sociedad surge la necesidad nuevamente de abrirse el debate que este acontecimiento plantea: el amor entre las personas, como en este caso con Síndrome de Down, sus sentimientos, su sexualidad, su vida.
Por el momento no van a convivir, aunque este paso significa un nuevo tramo en su camino como pareja, habrá probablemente espacios para una cena, una recorrida juntos, lo que en cuanto a la sociedad ataña, deberá e irá naturalizando su presencia en diferentes lugares. De hecho Belén y Francisco se visitan y comparten momentos más allá de su presencia simultánea en Aderid. Belén vive en general Villegas y Francisco en Ameghino.
Este es un amor puro, entre personas con Síndrome de Down.
A pesar que el casamiento no fue «real», tuvo todas las características de una boda; el salón de la Capilla San Cayetano ambientada para la ocasión, un amigo en común que oficio de autoridad los unió y hasta vals. Belén ingresó con su papá y Francisco la aguardó en la llegada.
El momento de «el novio puede besar a la novia» fue con un beso en la mano que ya portaba el anillo.
Así, sin más que la emoción de la concurrencia que fue importante en número, General Villegas quitó una capa más a los tabúes o temas que resultaban difíciles de abordar; el poder de la realidad que es contundente y tarde o temprano logra su lugar, esta vez lo hizo en formato de amor a través de dos personas que demostraron quienes tienen Síndrome de Down no son niños eternos ni ángeles. Son simplementes personas.
Aaaay qué lindo!! Bendiciones para ellos y sus flias!!! Realmente, un amor puro….de ese q ya casi habría comenzado a escasear