Primera reunión de comerciantes preocupados por la instalación de supermercados chinos en General Villegas
Luego de que el rumor de la instalación de un posible cuarto y hasta un quinto supermercado de origen oriental, podrían instalarse en la ciudad cabecera, los comerciantes mostraron su preocupación, pidiendo en principio que la Cámara de Comercio accionara en consecuencia. Así fue como en el día de ayer un importante número de hombres y mujeres dedicados al rubro, se reunieron en la sede de Castelli 555 pasadas las 13:30 hs.
Hubo propietarios de almacenes, autoservicios, supermercados, panaderías y hasta distribuidores, que se mostraron preocupados por la situación, reaccionando con el correr de los minutos al admitir que los unió una situación que puede complicarlos si continúan abriéndose nuevas bocas de expendio, al tiempo que se oyeron sugerencias de comenzar a adaptarse a los tiempos que corren, teniendo en cuenta entre otras cosas, que no hay legislación que los prohíba, aunque en algunos municipios del país se controla su instalación mediante ordenanza.
La posibilidad de agruparse en cooperativas para realizar compras y así abaratar costos, teniendo mayor capacidad de influir en la oferta y la demanda ante los grandes distribuidores.
En las conclusiones de este paso, todos coincidieron en lo importante que resulta mantenerse unidos, diseñando métodos de protección y acción ante la realidad que los golpea y por lo tanto tiene preocupados. Estos y otros temas serán abordados en reuniones venideras.
Una nota de Clarín en la que se hablaba de los supermercados chinos (6/3/2006)
En pocos años, los supermercados asiáticos se convirtieron en temibles rivales de las grandes cadenas y de otros canales de venta. Las claves de un éxito conseguido a fuerza de trabajo.
Los supermercados chinos se multiplican, crecen y logran hacerle frente a las grandes cadenas. Captan el 60% de la demanda de productos de primera necesidad en la ciudad de Buenos Aires y planean lanzar sus propias marcas. Están donde otros no se animan, trabajan sin parar y consiguen bajos precios.
«Los propios dueños hacen un sacrificio impresionante; trabajan hasta 14 horas por día. Y no «se casan» con ningún mayorista. Se organizan por estructuras de familias. Una persona es responsable de la decisión de compra de unos diez supermercados. Pelean el precio y pagan al contado un gran volumen de mercadería», enumera Alberto Guida, Presidente de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas.
Miguel Angel Calvete, representante de la cámara que aglutina a los supermercados chinos, dice que el imaginario popular reemplazó la frase «el gallego de la esquina» por «el chino de acá la vuelta». Desde 1994, con la segunda corriente inmigratoria, los supermercados chinos pasaron de 300 a los casi 4.000 de la actualidad. Según la consultora CCR, en la ciudad de Buenos Aires hay un supermercado chino cada nueve manzanas y en el GBA la proporción también es notable: uno cada 14 manzanas.
En 1994, Miguel Lin llegó a Buenos Aires desde la provincia china de Fujian, con apenas 19 años. Fue a vivir a la casa de un tío en el barrio de Saavedra y, mientras completaba sus estudios, se inició en el oficio. «Siempre se empieza como empleado de un tío o primo», comenta Lin, quien asimiló las máximas de sus pares: «hay que tener precios accesibles; lo importante no es ganar mucho, sino que los clientes vuelvan; conviene tener un poco de todo y cuidar los gastos».
Frases que, llevadas a la práctica, lograron que los minoristas chinos le disputaran el terreno a las grandes cadenas multinacionales y a otros canales de venta minorista.
Según un estudio de CCR, el 42% de los consumidores les compra a los chinos, un 23% a los hipermercados, un 15% a los super y el resto oscila entre uno y otro. «Todos, menos los chinos, aspiran a una rentabilidad de dos dígitos. Y en los discounts casi no hay variedad», asegura Calvete.
Local propio
En los años de la convertibilidad, Lin ahorró US$ 10.000 y abrió su primer local, en Saavedra. Los parientes armaron una vaquita para prestarle los US$ 30.000 que faltaban. «La palabra es muy importante. Aunque no hay un plazo establecido, el dinero se devuelve sí o sí», dice Lin.
El negocio iba bien pero eran demasiados en la zona. Emigró a Villa del Parque. «El hipermercado más cercano está a 20 cuadras y el chino más cercano, a cinco. Hay competencia cuando estamos a menos de tres, así que a los dos nos va bien», señala.
Hoy, con apenas 28 años, es dueño de un local de 350 metros cuadrados en Cuenca y Tinogasta. Se lo alquila a un gallego que, en su momento, también vino a hacer la América.
Al principio, tercerizó el sector de verdulería pero ya no: «Es mejor tener todo integrado y bajo control», sentencia. Todos sus empleados son familiares directos y en la punta de las góndolas se ven marcas como Coca Cola, Pepsi y Quilmes. «Hacen bonificaciones si se les respeta ese espacio. Y siempre es el mejor lugar para las ofertas», dice.
Trabajar más
David Wang, socio de ocho supermercados en el microcentro, coincide: «Para algo trabajamos más tiempo y nos matamos buscando precios». Para él, en los últimos tres años cambiaron los hábitos de consumo: «Resuelto el problema de la distancia, la gente cuida el bolsillo». La facturación en esta zona es de $ 2.500 pesos diarios por local, un poco mejor que en la de Lin, de $ 1.500. «Muchos compran todos los días un poquito, al salir de la oficina», explica.
Todo legal
Oscar Zheng, inquilino del supermercado MARC, de Balbín y Blanco Encalada, se queja de la concentración de comercios en el barrio. Y se indigna cuando le hablan de los mitos que rodean a los supermercados chinos. Argumenta que el empleo en negro es más caro que estar en regla, por la industria del juicio; que lo de apagar las heladeras a la noche es un disparate, ya que arrancarlas implica un consumo de energía mucho mayor y que es absurdo vender mercadería vencida cuando el 90% de los proveedores la cambia.
Alberto Guida también desmiente los mitos: «los chinos no son peores ni mejores que los demás». Calvete aclara, incluso, que el trabajo en negro es mucho más bajo en los mercados chinos (16%) que el promedio en los comercios minoristas (50%) o en la industria en general (40%).
La creación de la CASRECH (Cámara de Autoservicios y Supermercados Propiedad de Residentes Chinos) ayudó mucho en materia legal. Además de asesorar sobre impuestos y legislación laboral, sistematizó todos los consejos que antes se pasaban de boca en boca y de generación en generación. Una vez por mes, todos se reúnen para capacitarse en temas de higiene y seguridad, además de idear nuevas estrategias de negocio conjuntas (ver recuadro).
«Ya perciben que el negocio en Capital y Gran Buenos Aires llegó a su punto de saturación. Por eso no me cabe la menor duda de que ya están viendo a qué otra industria dirigirse», apunta Guida .
Tanto Lin, Zheng como Wang estudian nuevas propuestas. Tal vez se integren como mayoristas o cultiven sus propios productos. Quizás se dediquen a algo totalmente diferente, como la industria de la construcción. La verdad es que no se quedarán quietos hasta descubrir otro negocio que resulte igualmente exitoso.
SI ESTÁN TAN PREOCUPADOS NO SE EXCEDAN MAS CON LOS PRECIOS, ASÍ LA GENTE COMPRA EN SUS NEGOCIOS Y NO EN LOS CHINOS.
creo que estaba el dueño de la distribuidora de arcor. que le pregunten por que les hacen descuento a ellos, y en todas las facturas y a los demas no?