Argentina ganó el premio The Best a la «mejor hinchada»
ue impresionante. Fue conmovedor. Fue histórico. La hinchada argentina, en definitiva, también jugó, también fue campeona del mundo y también merecía su The Best. Por eso la FIFA le otorgó ese premio extra, que le da otro marco inolvidable a la consagración en Qatar: hubo una escenario mágico, una química única entre los jugadores y la gente, que tuvo su punto cumbre en ese 18 de diciembre, con la Selección jugando una final con más de 50 mil argentinos. Un momento inolvidable que ahora se convirtió en reconocimiento mundial.
El encargado de recibir este novedoso premio a la «mejor afición del mundo» fue Carlos Pascual, más conocido como Tula, quien viajó a París con su inseparable bombo, un clásico en cada Mundial o torneo que disputa la Selección. De hecho, asistió de manera consecutiva a 13 Copas del Mundo y, a su modo, como muchos argentinos, terminó uniendo ese lazo entre Diego en México 1986 y Leo en Qatar 2022.
Argentina fue local en Qatar como en ningún otro Mundial. El «muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar», fue un grito de aliento, de esperanza, de ilusión, casi otro himno nacional, que explotó en cada uno de los siete partidos que jugó la Selección y que copó las calles del país organizador. Los qataríes en particular y el mundo en general fueron testigos de una marea celeste y blanca que no sólo contagió, sino que ganó muchísimos hinchas de distintos países del Medio Oriente.
Eso hizo que Argentina jugara casi siempre con un altísimo porcentaje del estadio vestido con los colores nacionales. Y que la camiseta argentina fuera casi un boom entre los asistentes al Mundial. De hecho, en el único partido en el cual la cancha estuvo dividida fue con Arabia Saudita, en el debut, ya que los árabes llegaron en multitud por ser el único país con frontera terrestre con Qatar. Después, siempre la localía fue abrumadora. Y el equipo de Scaloni y Messi jugó el resto del torneo como si lo hiciera en el Monumental o la Bombonera.
Los banderazos
Claro que la fiesta no sólo fue en los estadios, con los bombos, las banderas y todo el folclore argentino que tanto seduce al planeta de la pelota en general. También los banderazos fueron un clásico en Qatar. Sobre todo, los que se dieron en la zona de Souq Waqif, uno de los polos comerciales y culturales del país.
Fue una movilización que se transformó en una costumbre previo a cada partido y que hasta cambió de sede justamente por cábala, ya que el primero se había dado en la zona de Corniche, ubicado en la bahía de Doha, y el debut de Argentina contra Arabia Saudita terminó en derrota. Desde ahí, hubo mudanza. Y ruta a la gloria.
Un claro ganador
«El ruido que hicieron en las gradas fue constante, con repiqueteo de tambores y cánticos continuos que hicieron que casi todos los partidos de Argentina parecieran un encuentro en casa para Messi y compañía», fue uno de los argumentos que había expuesto FIFA para la nominación de la hinchada argentina en este premio The Best.
En ese sentido, tan abrumadora fue la supremacía argentina en cuanto a la fiesta, el colorido y el aliento, que compartió la terna por este premio con dos competidores que pelearon desde otro lugar: los simpatizantes de Japón que limpiaron los estadios después de cada partido de su seleccionado y el saudí Abdullah Al Salmi, quien se pasó 55 días caminando por el desierto de Arabia para ver a su equipo en acción.
Pero nada compite con la gloria de ser campeón del mundo. Y la hinchada argentina, en definitiva, también levantó la Copa en Qatar. (Fuente: Olé)