Arsénico y Flúor en tiempos de sequía: «Las concentraciones que estamos encontrando en el laboratorio son alarmantes»
El siguiente es un artículo de la Dra. Claudia Andreani, Lic. en Química (MPCQ 5506), propietaria del laboratorio Neolab de General Villegas, que acaba de dar a conocer datos inquietantes acerca de los efectos que está produciendo la sequía que padece una amplia zona del país que nos incluye.
La salinidad de los suelos puede aparecer muy rápidamente por diversas razones: la mala gestión de las personas, el uso excesivo o inadecuado de fertilizantes, la deforestación y la subida del nivel del mar en zonas costeras.
Además, el cambio climático está agravando la situación, solo tenemos que observar el modelo agroalimentario implantado desde hace varios años en nuestro país. Es lamentable que lo económico esté siempre por encima de lo sustentable, y he aquí una vez más las consecuencias.
El origen del Arsénico en las aguas subterráneas de la Argentina es atribuido a la actividad volcánica ocurrida en los Andes durante el Cuaternario y por el vertido de la industria química que aporta un alto porcentaje de arsénico en las redes de desagüe. El origen es similar en el caso de los fluoruros.
La elevada toxicidad del archi conocido arsénico y sus compuestos exige un riguroso control del agua y el alimento, pues aún en pequeñas dosis, puede acumularse en el organismo y provocar intoxicaciones crónicas.
Las concentraciones de As que se encuentran en las aguas subterráneas pueden producir intoxicaciones crónicas debido a la ingesta, durante períodos de tiempo prolongados (meses u años), de pequeñas cantidades de As a través del agua y de alimentos cultivados o cocinados con esa agua.
La exposición crónica al As ha sido asociada con una variedad de problemas de la salud, incluyendo varios tipos de cáncer, enfermedades o efectos neurológicos, gastrointestinales, hematológicos, patologías perinatales y otras manifestaciones clínicas conocidas como hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE).
En cuanto a los fluoruros los efectos adversos no son tan conocidos como los del arsénico. En las personas la fluorosis es una enfermedad que surge del consumo excesivo de agua con concentraciones superiores a las permitidas, y se relaciona nutricionalmente con la afección de los dientes y los huesos. El diente se vuelve jaspeado y descolorido; al principio el diente tiene parches blancos como de tiza, pero pronto se vuelve de color café con áreas decoloradas. La fluorosis esquelética tiene consecuencias más serias.
Cabe aclarar que ni el arsénico ni los fluoruros se eliminan por la cloración o por hervir el agua, desafortunadamente incrementan su concentración, haciéndola más tóxica y menos apta para el consumo humano.
En Argentina, el artículo N° 982 del Código Alimentario Argentino permite para aguas de suministro público y uso domiciliario una concentración máxima de arsénico de 0,01 ppm (mg / L de agua) y para fluoruros el rango 0,8 a 1,3 ppm (mg / L de agua) para nuestra región pampeana.
En lo que respecta a animales, los bovinos de aptitud lechera son más sensibles que los de engorde o cría. Se sugiere un límite aproximado de 0,3 / 0,5 ppm de arsénico y un máximo de 1,5 ppm de fluoruros. Los signos de la intoxicación con As son animales deprimidos, sin apetito, débiles y torpes, con temblores, convulsiones, diarreas y gastroenteritis hemorrágica. En cuanto a los fluoruros, su exceso produce trastornos óseos muy importantes en animales. La intoxicación se manifiesta anomalías en dientes y huesos, retraso del crecimiento, cojera, y rigidez.
En nuestra experiencia que también coincide con la vasta bibliografía que existe sobre el tema, cuando en el agua hay alta concentración de arsénico también existe un alto contenido de fluoruros. Lo alarmante es que en las últimas semanas las concentraciones de ambos analitos en aguas subterráneas son excesivamente altas si comparamos con los valores que estamos acostumbrados a encontrar.
Hemos hallado, en muestras de aguas subterráneas, concentraciones de arsénico de hasta 0,8 ppm (mg / L de agua) y de fluoruros de 21 ppm (mg / L de agua) lo que supera el límite tanto en animales como en humanos.
Lo complejo del caso es que el arsénico y los fluoruros en grandes concentraciones provienen de las aguas más profundas debido a la sobreexplotación. Es decir, el agua con arsénico, fluoruros y otros elementos proviene de flujos profundos que están ascendiendo al acuífero superior desde rocas fracturadas de origen volcánico. En criollo y para que todo el mundo comprenda las perforaciones de aguas (pozos) están sobreexplotadas y va a llevar decenas de años en recuperarse o tal vez nunca lo lograrán.
Combatir este fenómeno requiere de una serie de herramientas que van desde la concientización del problema hasta la adopción de prácticas de gestión sostenible del suelo y de un mayor compromiso político.