Historias, pasión y recuerdos que pudieron sacar sonrisas y lágrimas al mismo tiempo en la Expo Moto en el Museo Histórico Regional de General Villegas
Fue una de las pocas cosas programadas, o la única, que el clima de este fin de semana permitió realizar, aunque lógicamente debió sufrir algunas modificaciones, incluso más allá del estado del tiempo meteorológico.
La 3° Expo Motos y Autos Antiguos se desarrollaría el sábado 19 en el marco de «La Noche de los Museos» y contemplaba el uso de las instalaciones interiores y exteriores del Museo Histórico, pero en las horas previas se produjo el fallecimiento sorpresivo de Marcelo Bocchi, el joven chapista, piloto y apasionado por los vehículos antiguos, de 44 años y automáticamente dejó sin efecto la muestra de los vehículos de cuatro ruedas.
A pesar del impacto y el dolor, sumado a la inestabilidad del clima, como todo lo que se impulsa desde la pasión, se llevó a cabo.
Como estaba prevista esta tercera edición representaba un homenaje a Bernardo Mata, «un prócer del motociclismo y el ciclismo», definió Agustín Bilotta que junto a Miguel Alegrí estuvo al frente de esta exposición; el primero porque está vinculado al mundo de las motos antiguas y su restauración, de hecho tuvo a su cargo la recuperación de las de Mata, y el segundo porque integra la Comisión del Museo; y además, un reconocimiento a José Luis Chavarri por su aporte al automovilismo; éste recordó esa noche una anécdota de la época que generó sonrisas entre los presentes.
El acto, que tuvo un alto contenido de emoción y admiración, dio paso a la posibilidad de recorrer el circuito armado dentro del Museo donde se expusieron todas las motos de diferentes marcas, modelos y épocas; entre ellas con las que compitió Bernardo Mata junto a las cuales se encontraba un detalle de su historia. Para destacar, se expuso tal como fue hallada, la vieja moto que perteneció al padre de Bernardo, originaria de Francia, país del que provino el homenajeado cuando tenía 12 años.
Entre las máquinas expuestas se destacaron también, más allá del estado de conservación en que se encuentran, las de Junior Lamanno, impulsor de este movimiento que se adelantó en el viaje de la vida siendo muy joven y la de Diego Tellechea, la Gilera amarilla, quien corrió la misma suerte de Junior hace apenas unos meses.
Hubiesen estado de cuerpo presente sin dudas, pero lo hicieron a través de esta pasión.
Con un cielo que había descargado lluvia anteriormente y amenazaba con hacerlo en cualquier momento todo sucedió (casi) como estaba previsto, parece que quienes miraban desde el cielo hubiesen conspirado para que no se suspendiera; tal vez la fuerza terrenal de lo hecho con pasión; desde la restauración, conservación y organización de la muestra hicieron lo suyo. Como fuera, la tercera edición «fue puesta en marcha» y quienes la visitaron algo más que simples espectadores.
Quizá porque, como expresara Miguel Alegrí, fue una de las mejores, si no la mejor, de todas las muestras realizadas hasta el momento.