La izquierda se arraiga en Latinoamérica (por Juan León Giujusa *)
El 30 de octubre pasado, el candidato brasileño Lula da Silva se impuso, por poco más de un punto y medio, en las elecciones presidenciales de segunda vuelta frente al ahora presidente saliente Jair Bolsonaro, dando inicio a un período de transición cargado de tensiones y enfrentamientos. Pero en dichas elecciones, había mucho en juego para el mayor país latinoamericano y también para la región en su conjunto. Y es que no sólo se contraponían dos modelos antagónicos de país, sino que hacia fuera de las fronteras brasileñas, se exportaba al subcontinente una experiencia que contribuiría a cristalizar una tendencia de giro a la izquierda en la que se ha sumergido Latinoamérica y que parece sepultar la fugaz ola derechista sobre la que flotaba hasta hace unos años, cuando coincidieron en el poder los presidentes de Argentina, Mauricio Macri (2015-2019), de Perú, Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), de Bolivia, Jeanine Áñez (2019-2020), de Chile, Sebastián Piñera (2018-2022), de México, Enrique Peña Nieto (2012-2018), y de Colombia, Iván Duque (2018-2022).
Pero estas derechas y centro-derechas no han logrado consolidar modelos atractivos para el electorado y ahora la realidad es otra en la incesante y acelerada evolución de los sucesos regionales. El ciclo electoral latinoamericano fue consagrando el resurgir de los movimientos populistas y de izquierda, que parecían agotados hasta hace unos años. Así, este nuevo ciclo fue inaugurado formalmente por México hacia fines de 2018 con la victoria de López Obrador. En Argentina fue electo Alberto Fernández en 2019, en Bolivia triunfó Luis Arce en 2020 y en Perú Pedro Castillo. Lo más novedoso quizás hayan sido los resultados de los comicios en Colombia y Chile, que consagraron como presidentes a Gustavo Petro y Gabriel Boric, respectivamente, también ubicados a la izquierda del espectro político. Ahora Brasil cierra el ciclo de este viraje y retorno de la izquierda, en una región económica, política e ideológicamente convulsionada. Se trata de un momento bisagra para toda América Latina, con el telón de fondo de aquellos problemas que la región aún no ha podido resolver, como la transición a la democracia en países como Venezuela y Nicaragua, cuyos regímenes se caracterizan por derivas crecientemente autoritarias, represivas y antidemocráticas, con masivas violaciones de los derechos humanos, y que conforman un eje que desafía la estabilidad y gobernabilidad del continente americano, al convertirse en epicentro de una crisis regional humanitaria, a raíz del flujo de refugiados que escapan de estos países.
De esta manera, la región parece moverse homogéneamente, pero al interior de cada país, las fracturas y disonancias son enormes. Así, la famosa grieta ha dejado de ser una cuestión exclusiva del paisaje político argentino, y esto lo pone claramente de manifiesto las reñidas elecciones de Brasil, donde el mundo ha visto alarmado cómo crecían las protestas de ultra partidarios del presidente Bolsonaro, quienes reclamaban una intervención militar que impidiera la asunción de Lula. Afortunadamente, ahora las iniciativas parecen esperanzadoras para la democracia brasileña, en la medida en que el gobierno saliente y el equipo del presidente electo han dado por iniciado un período de traspaso del poder, de conformidad con la ley.
(*) Juan León Giujusa, Intendente Alvear, La Pampa.
Estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad de Palermo
Zurdito
Asi estamos…..
Espérate que se instalen los chinos, hasta los muchachitos van a nacer con los ojos chatos y después los del partido obrero que corten una calle a ver cómo les va! Una cosa es el socialismo chorro americano y otra el comunismo que funciona a la perfección en china.