12 dotaciones de 4 cuarteles fueron necesarias para combatir el gran incendio entre Piedritas, Santa Eleodora y La Belita
El fuego comenzó pasado el mediodía, estaría comprobado, por el corte de un cable del tendido eléctrico, de una línea de tres, el del medio, en el ingreso a un campo ubicado en La Belita, propiedad de la familia Chapado. El hecho que se habría dado por el fuerte viento que por momento sopló a una velocidad superior a los 70 kilómetros por hora, inició las llamas que pasaron de un lado al otro del camino alcanzando un rastrojo y de allí el descontrol que se extendió por ciento de hectáreas por horas.
La dotación de General Villegas intervino con cuatro unidades y la tarea se extendió para ellos desde antes de las 15 hasta el regreso al cartel alrededor de las 20:30 hs; antes de su llegada sus colegas ya se encontraban trabajando.
Las llamas que no se detenían iban ganando terreno destruyendo todo a su paso, establecimientos como La Mariposa, la Mariposa Chica y San Jorge fueron algunos de los más afectados con la perdidas, de silbosa, herramientas agrícolas, montes, alambrados y hasta algunas construcciones, que más allá de su estado, estaban en pie; aparentemente no hubo afectación en los animales, según las primeras evaluaciones.
La magnitud del fuego, uno de los más importantes en los últimos años, obligó a que se dispusieran para su combate 12 dotaciones de los cuarteles de Piedritas, Santa Eleodora, Ameghino y General Villegas.
La foto de portada y una de las del interior corresponde al momento en que todos coincidieron en un molino y tanque donde se proveyeron de agua y diagramaron en una breve reunión cómo continuarían el ataque a las llamas; la otra muestra el lugar donde habría iniciado el siniestro por lo cual autoridades y personal de Edén acudieron inmediatamente, en principio para desenergizar la línea evitando inconvenientes para los bomberos y luego para evaluar los daños en primera instancia.
En los campos donde se encontraban personas viviendo o trabajando y disponían de elementos, colaboraron con tractores con discos adelantándose al paso del fuego para evitar su avance.
Fueron horas de extrema intensidad por momentos, no solamente para evitar que los focos avanzaran más de lo que habían logrado hacerlo, sino por la integridad de los voluntarios, hombres y mujeres que una vez más y con entrega absoluta estaban abocados a la tarea que el momento demandaba.
La sequía y el viento fueron esta vez dos componentes «explosivos» que desataron un incendio de características extraordinarias; no obstante, sigue siendo tan necesaria como la lluvia, que los cuidados sigan siendo extremos para evitar el inicio de cualquier foco ígneo por lo que puede provocar en este contexto en que se encuentra toda la zona.