El cactus más alto de la región está en Vedia y es producto de una historia de amor
Imposible que pase desapercibido ya que su altura lo hace sobresalir por metros del techo de la vivienda en la que se encuentra, ubicada en la calle Juan Bautista Alberdi 399, hoy propiedad de Miriam Vignaroli (Negra).
El cactus lleva más de medio siglo creciendo, 57 años, estima Miriam, a quien consultó Distrito Interior acerca de las particularidades de la planta (que pertenece a la familia de las cactáceas, es decir, aquellas que acumulan agua en los tejidos para adaptarse a los ambientes secos y calurosos).
Fue ella quien aportó un dato que lo vuelve definitivamente especial más allá de la particularidad de su altura que se estima entre los 9 y 10 metros; fue plantado en un acto de amor.
Humberto Perugini, oriundo de la localidad de Germania vivía en Vedia junto a su pareja María Lemura, quien muere hace unos 57 años, calcula la actual propietaria de la casa haciendo cuentas con su edad de entonces. En memoria de María, Humberto plantó el cactus en ese entonces en lo que era el patio, a medida que fue pasando el tiempo mientras crecía se construyeron nuevas dependencias del inmueble que en ningún momento lo afectaron. Claramente era inamovible.
Con los años Humberto vuelve a vivir a su pueblo natal y Miriam, vecina de toda la vida, le ofreció cuidarle la casa, surgiendo allí la oferta del hombre de vendérsela en cuotas, permitiendo de ese modo acceder sin dificultades, con el pedido especial de conservar el cactus.
Así es como siguen pasando los años y continúa escalando al cielo.
Humberto vivió los últimos quince años de su vida en Germania donde murió hace aproximadamente tres.
Su base se encuentra en una especie de galpón junto a la ventana de una de las habitaciones, tiene construído a su alrededor un borde de material cuyo fin es evitar que se inunde en caso que se derramara agua en el piso y además nunca debe ser regado; otra de las recomendaciones que le dio Humberto. Se nutre del agua de lluvia que ingresa por el agujero del techo que justamente fue para no limitar su crecimiento, al que se lo acompañó con la fabricación de una estructura de hierro a la que se sostiene con riendas de alambre, tipo antena, para garantizar su estabilidad.
El cactus de Vedia puede considerarse como un referente de la ciudad, tan cotidiano, propio de los años que lleva allí, que hasta por esa cotidianidad de verlo permanentemente se vuelve «invisible», sin embargo teniendo en cuenta el origen de su plantación, ahora que conocimos detalles de su razón de ser (y estar), al volver a verlo no pasará desapercibido.
Al final lo que importa es el amor …