General Villegas: la experiencia de un médico de pueblo que puede ser la solución para retener profesionales de la salud en poblaciones rurales
El Dr. Adrián Polito, quien se encuentra radicado y ejerciendo la medicina en la localidad bonaerense de Banderaló, distrito de General Villegas, desde hace 40 años, fue inspirador de una posible solución a un problema de larga data que se va acentuando en las pequeñas localidades y pueblos del interior donde uno de los problemas más preocupantes que enfrentan es la falta de médicos que decidan radicarse en esos lugares.
El Dr. Polito la noche en que fue agasajo en el club Ingeniero White de Banderaló
El profesional que el pasado 4 de agosto fue agasajado en el club Ingeniero White de Banderaló, justamente el día en que se cumplían 40 años de su llegada, contó entre sus experiencias y vivencias allí, la manera en que algunos productores agropecuarios del lugar le tendieron la mano inteligentemente.
Para Polito es algo que se puede considerar una obviedad; sin embargo no se conocen registros de acciones comunitarias similares a esta, por lo tanto la posible solución, no se ha tenido en cuenta hasta ahora.
Actualmente las comunidades del interior se enfrentan con cada vez mayor preocupación a la falta de profesionales médicos viviendo entre sus habitantes; incluso aquellas que lo han conseguido en poco tiempo quedan nuevamente sin el profesional.
Algunas veces porque éste o ésta no logran un vínculo con los pobladores y otras la mayoría, porque el recurso económico, por tentador que parezca no es suficiente para desarrollar su vida.
Este problema ha sido abordado ciento de veces a lo largo de los años y aparece en la escena pública, generalmente en cada elección, con una oposición que critica esta situación, incluso atribuyendo a la falta de gestión y el oficialismo tratando de dar explicaciones mientras el tiempo se pasa y la solución no se concreta.
Es común también que a través de los diferentes medios y plataformas los municipios lancen convocatorias para profesionales médicos, incluso para sus hospitales de ciudades medianas a grandes que, en otra escala, también se ven afectados de alguna manera.
El ideal siempre es repatriar a los jóvenes que se van a estudiar afuera, pero, a pesar del desarraigo, sus proyectos de vida, muchas veces condicionados por el aspecto económico, no incluyen ese regreso.
En el caso del Dr. Polito, más allá de los haberes que le abonaba el Estado Municipal por sus servicios, de los que se jubiló hace un par de años, cinco productores desde su llegada le propusieron una original manera de incrementar sus ingresos sin que ello significara alterar la dedicación a su profesión.
Recordó que un día llegó uno de los vecinos, muy conocido por su compromiso comunitario, y le expresó que le había comprado cinco novillos y se los criaría en su campo hasta que estuvieran en condiciones, pero que s elos debía.
Así nació esta «rueda» que lleva casi tantos años como de permanencia el doctor; luego se sumaron otros hasta que Polito fue comprando y vendiendo hacienda, incluso actualmente arrienda una hectáreas con otro banderolense que le permiten un ingreso extra; quizá el más importante.
Ello le permitió construir su casa, cumplir con los planes de aumentar la familia de tres integrantes, que fueron los que llegaron el 4 de agosto de 1882. Ello incluyó la construcción de su casa, la que al verse siendo levantada dio a la comunidad la tranquilidad que ya se quedaría.
A eso, reconoció, hay que sumarle el vínculo logrado con la gente, tan importante como el aspecto económico. Asegura que Banderaló es su sitio en e mundo, más allá de su origen en Junín y su pertenencia a Rosario donde se encontraba radicaba radicado previamente.
Si las comunidades pequeñas se unen, deciden y llevan a cabo acciones, siempre y cuando el Estado esté comprometido realmente, puede resultar un principio de solución.
De este modo Polito que reseña alo hasta lógico, el que tiene empleo cuenta con su obra social (y se sabe cómo se actúan éstas a la hora de pagar lo honorarios), el que no, suele tener inconvenientes para afrontar el pago de la consulta, y dada la cantidad de habitantes de los pueblos, es lógico que el médico no logre «sobrevivir»; de otra manera, volviendo a su caso como ejemplo, se puede hasta casi ser vocacional (no del todo y a partir de cierto tiempo).
Es entendible y quitando cualquier sesgo de «romanticismo» a esta experiencia que la cuenta como una vivencia alguien que transita sus últimos años como médico, no deja de ser una alternativa a la superación de un problema cada vez más serio. «La unión hace la fuerza».