Este era Franco, el joven santarroseño que sigue viviendo en un niño santafesino y una mujer de General Villegas
El joven motociclista de Santa Rosa, La Pampa, Franco Sebastián Vistarop Olave, tenía 18 años de edad, murió el lunes 9 como consecuencia de las heridas sufridas durante un siniestro vial ocurrido el sábado a la noche en esa ciudad.
Lo ocurrido en ese sentido, salvo para su familia y resto de los involucrados en el hecho, puede considerarse una situación superada en materia de tiempo, simplemente porque éste no se puede volver atrás.
Sin embargo, sí mira hacia adelante.
Sin romanticismos, ni en busca de un relato que conmueva, solamente con el objetivo de destacar la importancia de donar órganos y en ello, en nombre de la humanidad (sin exagerar), agradecerle a su familia el enorme, quizá en ese sentido el más grande gesto de amor, publicamos esta nota.
De Franco en realidad sabemos poco, apenas que tenía 18 años, fue alumno de la EPET N° 1 donde se destacó siempre por su don de buena gente, respetuoso, amable, compañero, tal lo describió quien fuera su docente; cariñoso con su pequeño hermano y claramente integrante de una familia con una sensibilidad que despierta admiración.
Solamente intentar ponernos en el lugar de sus padres al momento de tomar la decisión donar los órganos de su hijo por fallecer basta para entender cuan grande es su espíritu. Quizá movidos por la fe, más allá de cualquier religión, una consciencia absolutamente empática o simplemente el entendimiento que ante lo inevitable, lo que ellos indefectiblemente perderían, otros «milagrosamente» lo recuperarían y en esa transición estría la posibilidad de que Franco «no muera».
A ambos lados de esta realidad el denominador común son las lágrimas; de emoción y de tristeza en idéntica proporción, pero atravesadas por la esperanza, incluso causando cualquiera de los efectos en aquellos que tal vez ni siquiera conocieron en persona a ninguno de los integrantes de esta «nueva historia».
Estamos faltos de estas obras, a veces mal llamadas gestos. Son mucho más que eso.
Hasta allí números que en realidad son nuevas y viejas historias, son hasta siempre y bienvenido/a, te disfrutaremos y te recordaremos, pero siempre gracias.
Y quizá esté allí en el Gracias la clave para despertar la aún adormecida conciencia. Si logramos entender que vivimos finitamente y un día la materia dejará de sernos útil a nosotros pero sí lo será a otros, los números y las historias se multiplicarán positivamente.
Aunque falta mucho por hacer o lograr, este caso que son varios en uno, que tiene rostros, nombres y sobre todo vida, permita ver la verdadera importancia de donar órganos.
Extraordinaria demostración de amor en un momento de dolor insuperable, una familia más que entiende que la persona amada sigue viviendo en otro cuerpo, que Dios los bendiga por siempre.
Hasta no hace mucho tiiempo y por una disposicion del INCUCAI estaba PROHIBIDO difundir la identidad de la persona que donaba los ORGANOS parece que ha quedado sin efecto . en cuanto a los transplantados es una buena noticia que despues de tanta espera hayan encontrado una luz de esperanza ante tanta adversidad. DIOS los acompañe en este momento y tengan una pronta recuperacion, a los Familiares del DONANTE encuentren consuelo y cristiana resignacion .