Falleció una de las personas, sin dudas, más queridas de General Pinto, José Paulucci
En las primeras horas de este domingo se produjo el deceso de José Paulucci, «Madonacha»; se encontraba internado en el hospital municipal. Su salud se había deterioro el último tiempo.
José que tenía 79 años, había contraído hace unos cuatro años el síndrome de Guillain-Barré, enfermedad que no le permitió colocarse las vacunas contra el coronavirus, motivo por el cual todo este tiempo de pandemia le exigió un estricto aislamiento, que especialmente a él lo afectó especialmente en lo emocional. La falta de su vuelta a hacer las compras al pueblo, el no poder jugar a las bochas y la falta del contacto con la gente, fueron en sus días situaciones que de algún modo lo fueron afectando emocionalmente.
Pasadas las Fiestas de Fin de Año y ya con una pérdida importante de peso, contrajo Covid, al que había superado clínicamente durante la internación que se produjo el 8 de este mes; la secuela fue una neumonía a la que estaba dándole batalla, pero su estado general no contribuyó al contraer una bacteria intrahospitalaria que lo acompañaría hasta esta madrugada, contó Julieta, su hija.
En pocas palabras, a José se lo notaba cansado y de algún modo le pesaba la vida vivida de esta manera.
Esta mañana luego de un breve velatorio en la Empresa Charras recibió el último adiós en el cementerio local.
El fallecimiento no fue más que la confirmación de lo que nadie dudaba en expresar sobre este querido vecino, muy respetuoso y tan respetado. De bajo perfil, aunque muy conocido, particularmente porque durante décadas fue el lechero del pueblo, el que recorrió cada mañana a bordo de su moto o tractor, en ambos casos tirando un carrito, y con asistencia perfecta (sin exagerar).
Su carácter pareció siempre el de un tipo manso y su humor pocas veces se vio alterado, quizá cuando a Boca Juniors, el equipo del que era fanático, no le iba tan bien (tan fanático que se fue con un gorrito del xeneize colocado). Aún en momentos en que la vida le puso por delante desafíos difíciles, como la pérdida de una de sus hija, fue tristeza y no enojo lo que le produjo, al menos así se lo percibía cuando se refería a ella.
Trabajador, muy trabajador; gran amigo y amigo de todos, sencillo, pueblerino y bueno; cualidades que no se pueden comprar y si se las imposta, no tardan en quedar en evidencia, por eso José las portó y ejercitó toda su vida.
Una máxima de la sociedad que formamos es que cuando morimos aquellas cosas de nuestra vida y personalidad que fueron motivo de crítica pasan al olvido casi con el último suspiro, sin embargo ¿quién puede decir que José no fue la excepción?.
En la despedida que inunda las redes sociales, de la que fue ususario, informándonos a través de éstas cuando llovía en General Pinto, con el mismo criterio de responsabilidad que repartía la leche, hay quienes ya plantean que una calle debería llevar su nombre, sin salir de la sorpresa que significó su partida.
No es esta una expresión exagerada producto del pesar por su muerte, al contrario, no debe haber sentimiento de deuda hacia él porque se le demostró el cariño y admiración que su simpleza despertaba durante su vida, y seguramente lo supo percibir, pero es inevitable en tiempos de cierta frivolidad, no destacar a alguien que transito la vida sin perder nunca su esencia.
Hasta siempre querido José !