La familia pintense que un año más viajó a Córdoba para estar junto al Papá Noel solidario de Traslasierra
Lucía Balbidares y Daniel Patiño (Pocho) una vez más decidieron en familia llevar a cabo una acción solidaria con el único objetivo de dar de sí todo por el otro.
Es una constante en ellos y sus afectos más cercanos, a los que han ido contagiando a través del tiempo, verlos colectar cosas para donar juguetes u otros elementos a los niños de los «pueblos olvidados» como llaman a las pequeñas localidades de la zona que casi pasan desapercibidas o, como en este caso, sumarse a la causa del Papá Noel de Las Calles en la provincia de Córdoba.
El 23 partieron desde General Pinto junto a uno de los hermanos de Lucía que se sumó este año, pudiendo aumentar la cantidad de cosas a llevar; lo hicieron con una camioneta tirando un carro y un auto; todo de ellos al igual que el dinero que demanda el combustible, la comida, etc, para este viaje.
Todo es motorizado por la alegría que les provoca, el amor que tienen para dar y la empatía que no disimulan y practican.
Este vínculo con Daniel Casañas (El Gaucho), el papá Noel de las sierras, comenzó cuando Lucía vio una entrevista en la que el hombre contaba acerca de este aspecto de su vida, hace unos seis años atrás, a raíz de ello le escribió por las redes, incluso envió solicitud, pero nunca obtuvo respuesta hasta que buscando dio con un número de teléfono con el que si tuvo éxito.
Así fue como intercambiaron experiencias y el paso del tiempo hizo que un día él (Papá Noel serrano) le manifestara su gusto por que ella y su familia lo acompañaran para las Fiestas. Desde entonces, hace dos años, General Pinto está presente cada Nochebuena en la entrega de juguetes, mercaderías y ropa.
Es que los pintenses no solamente limitan su estadía a este acontecimiento, por el contrario, su acción se esparce por las montañas, las que recorren entregando en diferentes lugares lo que hace falta.
En ese sentido hay una anécdota que Daniel contó a Distrito Interior. Hace unos seis meses atrás en uno de los viajes realizados, cuando llegaron a un lugar donde vive una monja que tiene un comedor y se encontraba sin agua, la lluvia sería su única salvación, por lo que sin dudarlo fueron a una fábrica de agua y le compraron en esa oportunidad 25 bidones, sorprendiendo al dueño del emprendimiento que no entendía cómo había gente que pudiera desprenderse de ese modo.
Sin que si quiera lo insinúen, esas acciones los llena de satisfacción; en otras palabras «lo entendieron todo».
Esta vez más de 50 pares de zapatillas, ropa prolijamente separada por talle, tipo de prenda y sexo, juguetes, mercaderías, entre otros, están siendo entregadas, «todo lo que nos da la gente, todo (destacan), se lo entregamos a los que más lo necesitan.
Este año tiene un distintivo muy especial para ellos ya que es el primero que Lucía pasa sin carlos, su papá que murió a causa del Covid, pero «a él le hubiese gustado que fuera así», se consuela al contar que siempre la apoyaba en «sus locuras solidarias». Tanto que cuando el auto no les funcionaba bien, su padre no dudaba en prestarles el suyo, incluso vaciaba el aparador de mercadería quedándose con algún paquete de yerba, azúcar y algo para comer. «Imposible no llorar, como imposible bajar los brazos», reflexiona.
Esta historia que no tiene final, por el contrario, sigue escribiéndose y cada vez con mayor firmeza, tanto que da la sensación de a poco están haciendo de la solidaridad su modo de vida, y salvo por el compromiso de mostrar a la gente que los apoya el destino de lo que les entregan, es que comparten alguna foto y comentario en las redes, si no fuera por ello, quizá nadie sabría de lo que son están haciendo por el prójimo.
«Lo logramos un año más», concluye el mensaje con el que respondieron a nuestro requerimiento de algunos detalles para compartir con nuestros lectores en que noticia también es algo bueno.
A ellos, simplemente gracias.