Todos tenemos algo para mostrar (Germania)
Una postal de otro tiempo, con una palabra que, como en la memoria de muchos (en silencio), resiste al paso del tiempo.
Se la puede ver y leer en la pared de un gabinete que se encuentra en el predio del tanque de agua de la cooperativa de la comunidad, frente al cementerio.
El escrito refiere a la frase que utilizó el ex presidente Carlos Menem en 1989, «Síganme, que no los voy a defraudar» y junto a él casi ilegible se advierte un apellido local.
Nadie de los consultados recuerda con exactitud quien la pintó, tampoco cuándo, ya que hay probabilidades de que haya sido para la campaña de la segunda presidencia del riojano en 1995. La única certeza parece ser que el alambrado fue colocado posteriormente a su plasmado o bien retirado y vuelto a colocar para la ocasión. Lo único seguro es que desde entonces nadie volvió a utilizar pintura en ese lugar.
Como sea, no deja de ser curioso, que a pesar de los años transcurridos y el hostigamiento del clima, esa palabra permanezca casi intacta, del mismo modo que, detalles más, detalles menos, su autor político.
Otro elemento que resiste al paso del tiempo es este tradicional teléfono público y la estructura en que se encuentra, que se mezcla con las cosas habituales y cotidianas de esta localidad perteneciente al partido de General Pinto.
Su uso en el presente es casi nulo, salvo, de acuerdo a lo que indican los responsables del mantenimiento, que alguien se quede sin crédito o para una llamada de emergencia. El avance de la telefonía celular los ha hecho casi invisibles.
Hoy este aparato ubicado frente a la cooperativa, particularmente esta fuera de servicio, pero su estado es circunstancial, ya que será en breve reparado y puesto nuevamente en funcionamiento.
Estos teléfonos públicos pertenecen al pasado reciente; es una de las cosas que el avance tecnológico ha ido desplazando y aunque cueste creerlo, muchos de los niños y jóvenes de las nuevas generaciones se sorprenderían de su presencia.
Las empresas prestadoras del servicio de telefonía, los conservan principalmente en hospitales, comisarías y otras dependencias sin demasiadas expectativas de supervivencia. A la indiferencia del usuario se le suma un enemigo letal: el vandalismo.