Te digo adiós y acaso … (por «Like» Zurita*)
Este cuento está dedicado a un jugador de Fútbol Club Bunge de inconmensurable trayectoria furbolera que a partir de los 16 años en forma interrumpida vistió la casaca N° 7 del equipo del equipo de Emilio V. Bunge.
Dejando el último pique en una tarde dominguera del mes de septiembre, meses postreros del centenario de la localidad, atardecer que no quería morir ante la mirada nostálgica del sol. Dicen algunos sensibles que se ocultó llorando.
Te digo adiós y acaso …
No habrá ninguna igual, no habrá ninguna se le escucha suspirar todos los domingos por la noche cuando busca el sueño reparador para enfrentar el lunes con la frente altiva la jornada laboral en la fábrica quesera.
Un domingo de septiembre de 2005 José Barbera le dijo adiós para siempre al «deporte mas hermoso del mundo» con una trayectoria que pocos alcanzaron vistiendo la casaca de Fútbol Club, vestimenta amada, bien transpirada con gotas perladas que saben de sacrificios endulzados de goles y piques desgastantes para los marcadores de punta …
En su abultada mochila cargada de triunfos es llevada con orgullo ante las miradas de propios y extraños.
Le entregó a su pueblo dos títulos de campeón de la Liga de General Villegas definiéndolos con potentes remates de tiro libre ante Atlético en 1984 y Eclipse de Villegas en 1997, obteniendo el último grito de campeón para que deleite un pueblo festivalero.
Por su querido Fútbol Club rechazó ofertas de la Liga y lo más trascendente fue resignarse a crecer como futbolista cuando el club Sarmiento de Junín lo esperaba con los brazos abiertos a cambio del profesionalismo, esa excelente oportunidad la reemplazó por los baldes de mezcla de Raúl «Pito» Rodríguez, los camiones de arena que traía Garat o las levantadas de fardo bajo el amparo sofocante del sol sin pausa hasta completar el chasis de Eugenio junto a su amigo el «Coco» Aguirre.
Los entrenamientos fríos lo esperaban para verlo llegar con una sonrisa picaresca comentando con el plantel algún chiste para ir entrando en calor bajo las órdenes imperativas del profesor Adrián Mattio.
Cada vez que Bunge juega de local se lo ve llegar sobre la hora que empieza el partido, se ubica junto a su hijo frente al banderín del corner cerquita de la cantina, observa ansioso detrás del alambrado las idas y venidas de un partido mezquino en emociones.
En un momento dado del cotejo «Zapatone» Nievas haciendo maniobras furibundas rompe la monotonía con un exuberante remate marca un gol de otro partido y en ese instante de gritos desaforados barbera se agarra de los rombos del tejido olímpico con una mano y con la otra se aferra muy fuerte oprimiendo con una intensidad paternal la mano juvenil de su hijo Federico, cerrando los ojos atrapado con un éxtasis total.
Lo ve llegar al «Vasco» Migueltorena que le grita ¡PICA BARBA! cortándole una pelota perfecta, la mata con el pecho deslizándola hasta morir en la suela; pisa el esférico y pica en una carrera vertiginosa por la línea derecha esquivando trancazos, llega al fondo de la cancha, levanta la cabeza echa el centro atrás para la aparición fantasmal de Rubén garcía que con un soberbio cabezazo hunde la pelota en la red sacudiendo las mallas.
El pitazo final lo vuelve a la realidad se arriman algunos fanáticos que le dicen con alegría ¡mirá Barba si estuvieras vos!
Las tardecitas del domingo lo encontraban en su casa con su familia entre mates y facturas, le dirá a sus hijos como se debe definir con un toque sutil a la salida desparramada del arquero, con la mirada atenta seguirán los movimientos futboleros de su padre intuyendo que debe tener razón.
Cuando pasen los años irás orgulloso a la sede social de Futbol Club caminando airoso con tus nietos por las veredas de tu pueblo.
Te pararás delante de las vitrinas que cobijan celosamente las glorias que hicieron grandes la historia del club y en el cartel que dice WINES CORONADOS DE GOLES. Leerás para ellos con voz emocionada de izquierda a derecha:
Luciano Alvarez, Norberto «Tití» Zurita, Carlitos Varas, Enrique Reyes y JOSÉ GUILLERMO BARBERA.
(*) Norberto Zurita es bungense, actualmente se encuentra radicado junto a su familia, trabajando en Chacabuco. Este cuento homenaje está fechado 6/9/2005 y lo halló en las búsquedas de cuarentena.